martes, 10 de noviembre de 2020

ENSEÑANDO LA PATITA POR DEBAJO DE LA PUERTA

 A menudo me pregunto si mostrar abiertamente mi nuevo camino más espiritual, más allá de los que sé que piensan como yo. El miedo al juicio, al qué dirán o pensarán es algo que siempre me ha pesado y me ha influenciado mucho más de lo que estoy dispuesta a reconocer ( Tengo una reputación que mantener, ejem...). Siempre había creído en las energías, lo espiritual y lo místico e inexplicable, pero me dejé arrastrar por la parte más racional y admitida socialmente de que esas cosas eran paranoias y engaños. Al final todo es cuestión de perspectiva, equilibrio y de quién te lo explica. Total, que ahora estoy aprendiendo tarot evolutivo, he hecho y hago meditaciones con mantras y visualizaciones en las que he recibido mensajes y mi casa está llena de cuarzos. Es posible que los mensajes que he recibido vengan de mi yo más profundo y simplemente hayan salido al exterior de una manera adornada pero me gusta creer que también vienen de seres, energías o como quieras llamarles que están ahí aunque no los veamos. Se me ha despertado una curiosidad tremenda por la muerte y cómo ayudar y acompañar a las personas a morir “bien” y a las personas que se quedan. Creo que justamente mi sensibilidad con unas buenas herramientas pueden ser de ayuda para otros.

Transformar el dolor en fuerza y sabiduría…puede ser una misión. Y en belleza. Porque de los momentos oscuros también pueden salir cosas bellas si abrimos bien los ojos, la mente y el corazón (a toro pasado, porque no nos engañemos, cuando uno está en la mierda -con perdón- no se suele parar a buscar mariposas).

Siento que mi propósito va tomando forma y sentido. Poco a poco las piezas se van colocando.

¿Quién decide que algo es “normal” o “correcto” o una “locura”? Personalmente, veo la locura como una gran cualidad en el sentido de autenticidad. Esa “locura” que en realidad todos o casi todos envidiamos porque es aquello que en realidad nos encantaría atrevernos a hacer y por creencias, miedos, convenciones sociales o por querer encajar a toda costa no hacemos. Me gustan esos puzles en  que las piezas no son las habituales, no son estándares. Siempre me ha gustado lo original, lo que se sale de la “norma” porque en secreto lo envidiaba y no tenía valor para hacer. Rara vez me he atrevido. Lo he cortado muchas más veces de las que me he atrevido. Pero mira, ha llegado un momento en mi vida en el que las tijeras de cortar mis ganas y mi particularidad se han oxidado y ya no cortan bien y he decidido no arreglarlas. Así que sí, creo en vidas pasadas, creo en vivir en libertad y coherencia con uno mismo sin juzgar a los demás, creo que el amor es lo que mueve el mundo, me gusta el tarot como herramienta de autoconocimiento, me encanta encontrar sincronicidades , me gusta meditar y cuando las visualizaciones son intensas, me resulta atractiva la idea de que en otra vida fui “bruja” (léase bruja como mujer sabia que ayudaba a la comunidad y ayudaba a sanar), adoro tener conversaciones profundas sobre la importancia de vibrar alto y cosas profundas, místicas y/o difíciles de creer. Creo en la importancia de cuidar las emociones, el cuerpo, el alma, las relaciones bonitas y abrazar mucho cuando el cuerpo nos lo pide (que pase ya la pandemia por favor, que tengo mono de abrazar y recuperar todos los achuchones que no estoy dando. Preparaos amig@s...) y sí, cuando no me ven, también abrazo árboles. Y al mismo tiempo, me encanta comer bien, disfrutarlo y zamparme alguna "guarrería" que otra, reírme de lo más tonto, ir de compras, ver una serie de lo más superficial y un largo etcétera de cosas absolutamente terrenales y necesarias. Una cosa no está reñida con la otra.  Ya he comentado en alguna ocasión que no aspiro a ser Budha. Simplemente aspiro a ser YO misma. Libre, un punto "loquis"  (la cordura está sobrevalorada), curiosa, sensible, espiritual, mística a ratos, desbordada e impulsiva a otros, buscando siempre nuevos caminos que explorar y encontrando o reencontrando en ellos gente inesperada que no hace más que llenarme y convencerme de que el mundo, universo o como quieras llamarle, está lleno de cosas bonitas por venir (y duras, porque una cree en los unicornios pero  sabe que también hay trolls y pedruscos “on the road”). Así que sin proponérmelo y sin pensármelo, me he puesto a escribir y he empezado a enseñar la patita por debajo de la puerta, sin harina, a pelo, porque ésta, señoras y señores, también soy yo. Ala, ahí lo dejo. Puedes estar o no estar de acuerdo conmigo, te querré igual. Al fin y al cabo, opinar diferente, respetarse y quererse, todo a la vez, tampoco está reñido.

Besos y abrazos apretados. Hasta pronto!





jueves, 13 de agosto de 2020

NUEVOS DESCUBRIMIENTOS

¡Hola de nuevo!

¿Cómo lleváis el verano? La verdad es que a mí esta estación me gusta aunque con algunos "peros".

Básicamente me sobra el sudor... Esa sensación de pelo y bigotillo mojados me repatea, para qué engañarnos. Me casé un 30 de julio y en el vídeo de la boda, durante la ceremonia, se me ve constantemente secándome la parte del bigote y el abanico a toda velocidad modo folklórica en la parte más dramática de una copla...todo glamour, oiga.

Hay a quien se le moja la blusa en la parte de los "alerones". A mí no. La mascarilla no ayuda nada en esta cuestión.

Pero voy al grano, que me lío. El martes cogí el metro por primera vez desde febrero. Tenía que ir a hacerme una analítica al hospital, al edificio general -al que tampoco había vuelto desde febrero- y decidí que era el momento de empezar a exponerme a ciertas cosas que me dan aún cierto respeto con todo el tema este de la pandemia, como por ejemplo los transportes públicos.

Descubrí varias cosas:

- Que puedes ir en metro sin tocar nada. Por lo menos si puedes sentarte. Las puertas ahora se abren solas sin necesidad de tocar el botón de apertura. Me senté cual abuelilla con los brazos cruzados encima del bolso y buscando un lugar donde pudiera ir más o menos separada del resto de usuarios. Aquello que hacía de apoyarme en la cinta de las escaleras mecánicas ni en broma. Seguía abrazada a mi bolso.

Sí, lo sé, parece paranoia pura pero en mi defensa diré que algunas personas ni se sentaban ni se agarraban a las barras. Como si pudieran levitar en los momentos de frenada. Ahí había experiencia, lo noté. Intuí fuertes cuádriceps anclando la pisada en equilibrio. Yo los utilicé para sentarme y levantarme del asiento sin apoyo manual ninguno. De algo tiene que servirme mi actual entrenamiento para rodillas en estado semi-crítico.

- Que la mascarilla no impide que detectes el olor a ausencia de desodorante...vamos, lo que vendría siendo la peste a sobaquete que algunas personas sufren, ignoran o gozan, ves a saber, hay gente para todo. A ver, mucho estampado, brilli brilli y diseño divino para las mascarillas pero....¿alguien se ha planteado aprovechar la situación para evitar olores desagradables? Ahí lo dejo.

- A esquivar gente por los pasillos del hospital como en una carrera de obstáculos. Ahí tengo un máster de cuando iba con el cochecito del niño. Adquieres una destreza sin igual y he comprobado que es como ir en bicicleta. No lo he olvidado. Qué recortes, qué requiebros, qué gracilidad de movimientos...

- Que el miedo te hace montarte pelis muy pero que muy dramáticas y no fue tan duro coger el transporte público, aunque confesaré que tampoco pienso abusar del tema....no me seduce la idea de volver a probar por ejemplo en una hora punta. Nunca me ha ido mucho el deporte de riesgo.

- A abrir las puertas de lugares públicos con algún papel o algo que tenga en la mano y luego frotármelas con el gel hidro alcohólico como si no hubiera un mañana. No creo que el botecito de la sustancia en cuestión vuelva a desaparecer de mi bolso nunca más.

Y hasta aquí mis aprendizajes y experiencias de ayer. Salí de casa por la mañana nerviosa y volví como quien viene de vencer un par de batallas. Esta pandemia nos está curtiendo...o no...porque yo sigo echando de menos los achuchones y los besos de pueblo en las mejillas con algunas personas. Eso no ha cambiado.

Abrazos apretados, besos de pueblo y mucho gel hidro alcohólico (Guiño).


Calvin & Hobbes de Bill Watterson
Calvin & Hobbes de Bill Watterson


viernes, 19 de junio de 2020

NUEVA ANORMALIDAD, NORMALIDAD O LO QUE SEA....

Catorce semanas después de cerrar los colegios empieza la "nueva normalidad" o "fase de represa" en Catalunya. Fase 3 vista y no vista..."fasis interruptus". 
Cómo nos gusta ponerle nombre a todo, ¿verdad?. Sí, yo soy la primera que a veces necesito poner una etiqueta pero básicamente porque me ayuda a situarme, saber lo que tengo delante y cómo actuar al respecto. En esta  ocasión en particular no sé si quiero esa etiqueta...es como que sigue poniendo el protagonismo en el dichoso virus, que evidentemente lo tiene, no se puede negar....pero tras tres meses de muchas sensaciones (demasiadas) y situaciones extrañas, irregulares y tremendamente surrealistas, no me apetece seguir alimentando esa sensación de surrealismo y peligro constante aunque a veces sea inconsciente. Es un miedo como las cookies del ordenador, programas que van trabajando en segundo plano, la presencia de los cuales la mayor parte del tiempo no eres ni consciente que existen y le restan energía a tu aparato. Así lo vivo yo. De hecho me he resentido físicamente un poco y todo. Pero es circunstancial. Me sigo recordando la importancia de vivir un día a la vez, aquí y ahora.

El confinamiento me ha traído muchas cosas. He tomado más consciencia que nunca de cómo evoluciona la naturaleza a nuestro alrededor gracias a las plantas de mi terraza, he creado grandes lazos con esa misma terraza, he agradecido (más si cabe, porque hace tiempo que lo agradezco cada día) la vida que tengo y a quienes tengo en mi vida, he leído bastante, he "subido" a montañas rusas emocionales que me han mareado pero de las cuales he sido consciente y me han dado aprendizajes y ya llegando a fase dos, he revisado mis valores, he tomado algunas decisiones importantes sobre mi propósito de vida y hábitos importantes para mí.

Me he dado cuenta también de la fase en la que se encuentra mi "pollo pichón casi pavo". Tiempo y espacio para él, ir a su rollo más que nunca, la madurez de afrontar este confinamiento con una tranquilidad la mayor parte del tiempo bastante pasmosa. De repente, el hecho de que ya no necesita que estemos pendientes de él constantemente, aligera mucho a la par que te pone ante una realidad que te recuerda que en nada empezará a volar solo. Hoy acaba la primaria y recuerdo que hace dos días, sí, dos días, empezaba P3...¿En qué momento cambiamos los cuentos de cada noche por la serie de Netflix, o el "Mama, juega conmigo" por él "me voy a mi habitación" o llevar mi misma talla de calzado o empezar a oler a adolescente entre otras cosas?

También he ido viendo cómo el volver a reunirme con algunas personas me ha dado la vida a la par que me causaba cierta ansiedad. Es como si de repente estuviera haciendo algo malo...Hace dos días por fin cogí el transporte público(El bus, el metro será el siguiente paso. Exposición progresiva)...creo que debo haber cambiado la piel de las manos de tanto jabón y tanto gel hidroalcohólico. Por no hablar de la mascarilla....Mi más absoluta admiración por los sanitarios por eso y por TODO. Yo, que he vivido en mi proceso crónico unos cuantos ingresos ya traigo puesta la admiración por ellos desde siempre.

Por otra parte, he descubierto, nuevos grupos de música, que se puede conectar con almas bonitas y crear energías preciosas en la distancia, que llevo una farandulera dentro a la que le encanta salir más de lo que me atrevía a reconocer, que el centro de Barcelona sin turistas es gloria bendita, que la capacidad de adaptación del ser humano suele ser sorprendente y que hay mucho cafre suelto como siempre...no creo que todo esto nos cambie como sociedad. Individualmente habrá gente que lo ha aprovechado muchísimo para mirar hacia dentro y seguir mejorando pero como colectivo....tengo serias dudas. Pero bueno, como decía el Capità Enciam, "Els petits canvis són poderosos", así que seguiremos haciendo cosas a nivel individual los que ya las hacíamos y alguno más espero. Mucha gente haciendo cosas pequeñas pueden hacer algo grande...o algo así dicen por ahí ¿No?. Que cada cual actúe como crea, en coherencia consigo mismo. Personalmente, intento no escuchar a las voces apocalípticas. No estoy dispuesta a vivir con miedo perpetuo porque, entre otras cosas eso no es vivir. Cabeza, respeto, sentido común y responsabilidad y a ver qué nos deparan los meses que aún nos quedan por delante. Si por lo menos ya puedo mirar a los ojos a los que quiero sin una pantalla por medio y sentirlos y tenerlos cerca, eso ya es un regalazo de vida enorme SIEMPRE. No necesito un confinamiento para saber eso.

Lo de ir a la playa...mira, tendré la excusa perfecta para no ir. No veo yo muy claro lo de la distancia de seguridad, sin mascarillas etc....yo, como las yayas, a primerísima hora o ya al atardecer, que es cuando siempre me ha gustado....sin gente. No soy antisocial, soy selectiva. 
Y algo bueno tiene la mascarilla oiga, y es que este año no me ha salido el bigotón de mariscal que forman mis pecas en tropel en esa zona. Con qué poco nos conformamos a veces, ¿verdad?.

No sé si acabaremos acostumbrándonos a vivir así o no...ya lo iremos viendo. Pero lo que es importante para mí, sigue siendo lo mismo que antes, para mí no ha cambiado: Mis AMIGOS, mi familia y vivir lo que me quiero llevar. Decir NO a lo que no suma y un SÍ gigante a lo que sí (Estas dos últimas ahora más en práctica que antes). Prioridades, ni más ni menos. Y la vista puesta en ese tiempo más o menos lejano en que lleguen los abrazos apretados, largos y sin miedo.  Pau Donés, el cual decía "Vivir es urgente", en su libro "50 palos y sigo soñando" deja 20 mandamientos para la vida, (buscadlos porque valen mucho la pena). Algunos de mis favoritos son (De hecho los 20 son mis favoritos):

"Que aprendamos a decirnos "te quiero" sin que nos dé vergüenza".
"Que le perdamos el miedo a la muerte, pero también le perdamos el miedo a vivir".
"Que decidamos por nosotros mismos. Que nunca dejemos que los demás decidan por nosotros".
"Y, en fin, que a la vida le demos calidad, porque belleza le sobra".

No puedo añadir nada más...
Abrazos apretados sin miedo. Y a l@s que ya sabéis, "OS QUIERO!!!"



Foto de @nubedecarbon


martes, 19 de mayo de 2020

Y DECIDÍ PINTARME LAS CICATRICES...

 
Y decidí pintarme las cicatrices de dorado en el alma y en la piel, como en el arte japonés del Kintsugi.  En la piel literalmente. Porque aunque mi Crohn forma parte de mí desde hace más de 23 años, yo no soy mi enfermedad y todo lo que conlleva. Eso me costó entenderlo. Yo no soy él (mi Crohn) pero descubrí hace relativamente poco que me hizo más fuerte y me enseñó a empezar a amar lo que soy aunque a veces se me olvide.
Soy la que siente las emociones en volumen alto, a veces demasiado, para bien y para mal, la que observa atenta a su alrededor sobre todo en la naturaleza, hacia adentro y a los demás. La que se fija en los detalles y en los ojos y las manos de las personas. La que adora los abrazos, la que respira hondo para encontrar la calma cuando dentro tiene tormentas y a veces se ahoga entre las olas. La apasionada de los libros y la lectura y quien aprendió que el mejor momento es "Aquí y ahora". La "escopeta sin seguro" que salta y se cabrea y está aprendiendo a ralentizar la reacción.
La que se ríe de su sombra aunque a veces le cueste o no lo consiga; la que ama compartir risas, sonrisas, lágrimas y confidencias con los que más quiere aunque siga dándole apuro llorar con alguien. La que aprendió a hacerle "peinetas" al miedo y decirle: "Calla y siéntate que yo conduzco" temblando y sin acabar de creérselo. Aquella que desenterró su esencia y empieza a dejarse ver un poco más. La que aspira a VIVIR, en mayúsculas y a COMPARTIR momentos, abrazos, miradas, risas y todo lo que haga falta. Y todo eso queriendo y queriéndoSE, riendo y riéndoSE, cuidando y cuidándoSE.
En definitiva, soy quien soy. Esta soy yo a grandes rasgos. Dejé de ser "la niña del Crohn" para SER Mar, y ya. Que no es poco y no quiero olvidarlo.
A todos los que conducís con una EII de copiloto (o lo que sea) y a los que lo viven a nuestro lado, un abrazo, mucha fuerza y no os olvidéis de VIVIROS.
                                       
Gracias a Ariadna Carrascull de @nubedecarbon por hacerme unas fotos con tanto cariño y sensibilidad.


                                 
 

domingo, 17 de mayo de 2020

OBSERVAR O NO OBSERVAR...

Llevo un rato en la terraza. Llevo un día "raruno" -en realidad toda la semana está siendo algo convulsa emocionalmente hablando-. ¿Cuánto llevamos ya? Ni me acuerdo...Vale sí, nueve semanas...y parecen nueve meses. Lo siento, hoy esto se me hace largo. Pero a lo que iba. Como iba diciendo, llevo un rato en la terraza. Después de ver una peli romántica (craso error...qué lagrimones) y apoyar mi cabeza en el cuerpo de mi gato pequeño para oírlo respirar y escucharle el corazón, (sí, lo hago. Me relaja y se deja, así que...) he salido con la única intención de escuchar música de modo aleatorio (así que puede salir desde Imagine Dragons hasta Frank Sinatra pasando por ACDC) y contemplar mi alrededor...intentando buscar el modo "encefalograma plano". Según el consejo de "El método Catfulness" de hoy, cuando descansamos por completo, igual que cuando soñamos, afloran las verdades ocultas...o sea que aflora nuestro yo interior.
Como estoy en el ático se ven muy bien las nubes. He visto un caballito de mar, el "Destructor de tormentas" de Thor, a Fújur (el dragón volador de "La historia interminable") y luego el caballito de mar se ha convertido en un murciélago...lo juro. Uno de esos grandes australianos (creo) que son frugívoros (les llaman zorro volador). Mientras tanto ha venido un petirrojo a pasearse por las ramas del ficus benjamina, ha pasado volando una mariquita y me estoy dando cuenta que el jazmín por fin se está plagando de flores y huele... huele a verano, a paseos por la playa y mojito o clarita y risas y conversaciones profundas o superficiales en cenas con amigos. Aquí viene un suspiro laaargo y hondo.
También he visto al señor del edificio de enfrente, el que siempre le da vueltas a su terrado sin camiseta, con gorra y puro. Pero ahora está en su balcón. Sin camiseta ni gorra pero sí con puro...cortándose las uñas de los pies. En la terraza de al lado también oigo un cortaúñas. Debe ser día de "poda". La antena del otro edificio que tengo delante se mueve bastante....
Esta mañana me he levantado temprano para ir a caminar. Afortunadamente tengo un parque precioso y una montaña relativamente cerca. Ayer fue el primer día que fui. Primer día de ver verde en demasiado tiempo. He visto una tórtola y un mirlo conversando en una rama. Eso sí, guardando la distancia de seguridad y brevemente se han despedido. He podido observar el reflejo de algunos rayos de sol en el mar que se colaban entre las nubes, había rosas y flores de todos los colores...y he podido llegar a un rinconcito en el que hay dos eucaliptus impresionantes...No había casi nadie y me he permitido sacarme la goma de la mascarilla de una oreja y aspirar a fondo con los ojos cerrados...mmmm eucaliptus, tierra mojada (ayer llovió), naturaleza....casi lloro. Después se me ha ido la vista hacia otro árbol. Con algunos árboles me pasa lo que con algunos libros...me llaman. Me habría abrazado a él pero me ha podido la vergüenza...además justo a sus pies había una caca de perro (qué manera de romper el encanto de la escena).
De bajada he vuelto a ver el mar, con ese reflejo que tanto me gusta cuando está nublado, me he vuelto a emocionar y a pesar de toda la que está cayendo, he sentido que realmente la vida es un milagro. 
Y cuando observas tanto y conectas tanto, también conectas con tu interior y te observas por dentro (o no...eso va a gusto del consumidor).
Personalmente suelo hacerlo y últimamente con más intensidad. Hoy he visto rabia, pena, agradecimiento, frustración, incertidumbre, ansiedad, esperanza....todo a la vez, todo mezclado. Rabia, pena, incertidumbre, ansiedad por las ganas de que esto termine, por saber cuando voy a poder abrazar a las personas que tanto echo de menos y a quien tanto quiero, si las primeras veces que las pueda ver nos podremos acercar....mi manera de querer es así, tocando, sintiendo, expresándome... ansiedad por la necesidad de recuperar mi libertad en todos los sentidos, agradecimiento por poder pasar este trance en un buen lugar con los míos y estar sanos, esperanza porque en el fondo soy optimista y creo que acabará bien....y vuelta a empezar. Reír, llorar, cabrearse, faltarte el aire, observar, observarte, descubrirme esperando cosas de los demás que en realidad debo buscar en mí, buscando a mi yo de verdad....y así toda la semana. Y eso es lo que pasa cuando uno se pone a observar y/o a observarse.

Hoy la música "desconfinada" ha sido una canción de Los Aslándticos. El estribillo dice en un momento: "Y todo será como un sueño si al despertar te encuentro".... Pues eso...si al final de esta pesadilla encuentro a mis personas especiales y las puedo abrazar y hablar con ellas mirándonos a los ojos, o cogernos una mano o sonreírnos en directo aunque al principio sea con mascarilla y sonriendo con los ojos, habrá valido la pena la espera y todo lo observado.
Abrazo apretadísimo y besos con ruido.


viernes, 1 de mayo de 2020

AYER FUI "MALOTA"

"El método Catfulness" es un mini libro que te hace una pequeña propuesta o reflexión cada día durante siete semanas. Ayer la pregunta era : "¿Qué es correcto y qué es incorrecto? Según el pensamiento Zhen eso es un poste para atar burros y la verdad es que estoy bastante de acuerdo. De hecho, cada vez estoy más convencida de que no hay verdades absolutas, todo o casi todo es relativo en esta vida, y al final, cada uno juzga desde su propia historia. Evidentemente hay unos básicos personales, sociales, familiares, profesionales...pero si no haces daño a nadie y no es ilegal, no hay una sola manera de hacer las cosas. Una manera correcta como tal. Creo que hay demasiadas creencias y normas rígidas que nos acaban haciendo perder nuestra esencia, que sin darnos cuenta las tomamos como inamovibles..."Si hago o  no hago esto van a pensar, van a decir...", "Es que siempre se ha hecho así...", "Sé discreto, no destaques...", "Tú, ver, oír y callar..." y taaaantas otras. Pues bien. He llegado a la conclusión de que mientras uno esté en paz y en coherencia consigo mismo, lo correcto o incorrecto es su elección exceptuando algunas situaciones inevitables. Particularmente cada vez juzgo menos y da bastante paz, la verdad.

Pero bueno. Lo que os quería contar es bastante más banal, aunque está relacionado con eso de las creencias que uno hereda o que se impone a sí mismo. En mi caso, una de estas creencias es que un libro, si lo empiezas, no puedes dejarlo a medias. Me he tragado cada tocho....porque no se puede abandonar. A lo largo de mi vida lectora que ya hace unos 40 años que dura, lo he hecho poquísimas veces y fue nada más empezar y a las 10 páginas ver que eso no iba conmigo. Pero cuando se trata de un libro con buena crítica, que además teóricamente es un buen libro, para mí, dejarlo es algo grave.
Pues bien. Ayer lo hice. Después de 300 páginas (303 para ser exactos), decidí que no iba a dedicar más tiempo a leer una historia que no me hacía disfrutar, no me enganchaba. Hace poco que estoy aprendiendo a dedicar mi tiempo y energía a las cosas y a las personas que realmente quiero y me aportan aprendizaje, bienestar, motivación....Menudo ejercicio de flexibilidad hice conmigo misma.

Lo intenté durante seis semanas. De hecho, aproximadamente en la página 236 parecía que la historia empezaba a ponerse interesante. Es como cuando estás rozando el clímax, sí, sí, sí....y al final...al final no. Nothing, res de res, niente. La cosa se desinfla y te quedas con la decepción. Casi lo conseguí. Pero no amig@s. Cuando no tengo ganas de que llegue mi ratito de lectura o no cojo un libro en tres días y no lo echo de menos, es que no vamos a ninguna parte. Así que ayer decidí ser "malota". Yo, la niña buena que casi siempre hizo y hace "lo correcto", ¡decidí hacer algo temerario! Abandoné la historia a la mitad. Así, como lo oís. Lo pensé y juro que me puse nerviosa al hacerlo. Pero lo hice. Lo decidí a media mañana porque ayer cambié una de mis rutinas por aquello de no hacer las cosas como siempre (cosas del catfulness…). Había pensado en ponerme a leer después de comer en la terraza en vez de ver la tele. Y así lo hice. Pero, ¡Atención, letras luminosas! Empecé otro libro. Sí...¿A que doy miedo? Decisiones inmorales que toma una. Viviendo en el límite del bien y el mal. No me reconozco muajajaja (risa diabólica). Tengo que decir que dejé el punto de libro por donde iba por si acaso no resisto y me echo atrás. Pero lo conseguiré. De hecho, hoy tengo ganas de retomar el libro nuevo. Buena señal. He tomado el "mal camino" y me ha gustado. No hay vuelta atrás.

Y con todo esto, he llegado a una conclusión. Quizás ese defecto que tengo de empezar cosas y no acabarlas, no es tal defecto sino que simplemente, no me llena y no me dedico a ello. Tampoco voy a seguir fustigándome por lo que no acabo. O le pongo remedio o lo dejo atrás. Lo de dejar de juzgar también me lo aplico. Porque si en algo somos especialistas los humanos es en machacarnos por lo que hacemos, por lo que no hacemos, por lo que sentimos y decimos o lo que no....Mirad, yo creo que esto tiene que ser mucho más sencillo. Así que yo he empezado por "abandonar" un libro a medias. A lo mejor he abierto la veda de un mundo lleno de "incorrecciones" por descubrir...¿Quién sabe? Un día, hace tiempo, mi hijo me dijo enfadado :"Es que no quiero vivir haciendo siempre lo correcto!" (escribí un post al respecto). Y ahora pienso que había mucha sabiduría en esas palabras. ¿Recordáis la pregunta del principio? ¿Qué es correcto y qué es incorrecto? Cada uno tiene su propia respuesta y ésta puede cambiar con el paso del tiempo...Se llama evolucionar.
No sé quién lo escribió pero este texto me encanta:



Así que, vamos a "desmadrarnos", hacernos más caso, seguir nuestra intuición y vivir haciendo que nuestro cerebro y nuestro corazón se despeinen un poco más.
Besos ruidosos y abrazos largos y apretados.

lunes, 20 de abril de 2020

UN SANT JORDI DIFERENTE

Lunes, 20 de abril. En tres días Sant Jordi.
Los que ya me conocen un poquito saben que Sant Jordi es mi día preferido del año.
El ambiente que hay en la calle me calienta el alma. Libros por todas parte, rosas en todas las esquinas...se respira un talante diferente ese día. Hay más alegría, buen humor, sonrisas...sí,sí, sé que si bajas al centro de la ciudad cuando siempre huyes de las aglomeraciones como es mi caso, puedes colapsar. ¿Solución? Bajar muy prontito y huir como alma que lleva el diablo cuando empieza a aumentar el flujo de gente.
Los últimos años nos hemos quedado por el barrio, dado que el pichón ha heredado mi gusto por los lugares poco concurridos. Pero no me importa porque así contribuimos a invertir en la economía del comercio de proximidad.
La temperatura ya empieza a suavizarse, la luz de primavera crea un cuadro acogedor....en fin, que siempre espero ese día con suma ilusión. Soy compradora compulsiva de libros, lo reconozco. Y como leo mucho libro electrónico por el tema espacio, para Sant Jordi (y algún que otro día más) me llevo mi dosis de libros en papel necesaria para mi subsistencia. Mi madre siempre me dice que de pequeña se tenía que enfadar conmigo porque quería acostarme con libros en vez de con muñecos y podía hacerme daño. Son mi pasión desde que tengo uso de razón. Si alguna vez no sabéis qué regalarme, no optéis por una joya. Escoged con cariño un libro para mí y seré feliz. Y si me escribís algo dedicado ya....ni te cuento.

Ya hace años que en casa hay rosas y libros para todos. A mí me encantan las rosas amarillas. No me preguntéis por qué, es así. Recuerdo con especial cariño una rosa amarilla de pitiminí de mi por entonces aún novio, cogida de su terraza. Soy de gustos sencillos por lo general. A ellos les gustan las de "chuche". Golosones.

Este año el 23 de abril va a ser muy diferente y la verdad es que me pone triste. Me faltará pasear por las paradas  y librerías, mirar, acariciar los libros, respirarlos y dejarme escoger por ellos. Porque sí...me escogen. Puedo llevar veinte paradas viendo cientos de ejemplares hasta que de repente mis manos y mis ojos se van sin saber porqué a uno en concreto (bueno, a varios). Esa sensación es magia pura. Echaré de menos ir al cole a ver "La llegenda de Sant Jordi" que representan los alumnos de la ESO como yo hice en su día cuando hacía tercero de BUP (una tiene una edad ya...) y la entrega de premios de los Jocs Florals. De hecho acabo de recordar que gané el segundo premio mi último año como alumna con una poesía (supongo que de amor...la adolescencia, ya se sabe).

Por mi parte, haré rosas de hojaldre y ya he comprado los libros en mi librería de cabecera "La Font de Mimir" a través de  www.llibreriesobertes.com (si clicáis encima del link os dirigirá allí) y los recogeré cuando puedan volver a abrir sus puertas. Intentaré engalanar el balcón lo mejor que pueda y puede que intentemos hacer pan de Sant Jordi.

Para mí es un día de compartir no solo libros y rosas sino lo que representan: amor en todas sus formas. Es compartir un: "pienso en ti, te echaba de menos, me importas, cuenta conmigo, te quiero..."
El día de los enamorados pero del cariño, de la cultura, del color, de la amistad, de la luz y de la vida. Aix...qué profundo me ha quedado esto por Dios. Pero es como lo siento. Así soy yo, apasionada de lo que me gusta y de los que quiero.

Feliz Sant Jordi aunque sea confinado gente bonita.
Un abrazo apretado, una rosa amarilla y un libro que os llegue al alma.

Ilustración de Joan Turu


domingo, 12 de abril de 2020

DE DOS COLORES

Día 31 de confinamiento.
Ha pasado un mes. Esta mañana al enviar la música "desconfinada" he puesto un comentario relativo a que ya podían apagar la cámara oculta y la decepción de que al final esto no fuera una broma. Curiosamente el comentario ha hecho gracia y la verdad es que no pretendía ponerle humor. Hoy no.
He aprendido. Hoy me he sentido como el culo (perdón pero los tacos me sientan divinamente y hoy los necesito). Me he despertado con una sensación de angustia importante. Ni el sol, ni la terraza, ni el  primer proyecto de cereza en el cerezo me importaban un rábano.
Me encanta la montaña ya lo sabéis. Me llena de energía y soy de las que se abraza a los árboles. Adoro el olor a tierra mojada y el olor a eucaliptus que me recuerda a mi padre. Pero hoy necesitaba mar...el mar me calma. Veo un trocito de mar desde mi casa a lo lejos. Privilegio donde los haya siempre y más ahora, y hoy sentía una necesidad visceral de olerlo, notar la arena en los pies y ver y escuchar las olas hasta hipnotizarme.
Me sentía como un tigre enjaulado. Estaba triste, enfadada, ansiosa, apática y rabiosa al mismo tiempo. Pero hoy no me he sentido culpable por sentirme así. El descanso mental del que hablaba hace unos días...
Hoy he "tocado fondo" y muestra de ello es que he claudicado a comprar Nocilla…. ¡De dos colores! La más marrana que existe. No me he maquillado y he apagado el móvil un buen rato.
He probado a tomar el sol, a escuchar música, escribir y leer. Pero no.
Necesitaba gritarlo o por lo menos decirlo en voz alta. Y me vais a perdonar por el vocabulario pero hoy tengo bula, porque yo lo valgo... Y lo he dicho: " Estoy hasta el c*** de esto. Necesito ver el mar, abrazar a determinadas personas, tomarme un café con gente que me hace reír, pensar o las dos cosas, ir a donde me dé la p*** gana" y se ha juntado con unos lagrimones imparables y mi idea de vez en cuando recurrente de: "Me siento inútil y no aporto nada a nadie". Qué manía persecutoria tengo con eso a veces. Tengo que seguir trabajando en ello...
Suerte que no me había puesto rímel hoy. Qué bien sienta una buena lloradita que te ayude a deshacer el puñetero nudo en el pecho. Y ahí estaba mi santo marido para abrazarme y animándome a pegar cuatro gritos y poniéndose las bambas para bajar a por la Nocilla (y unas cuantas cosas más, que no es cuestión de salir a lo loco). Porque sí, hoy solo quería un plato de torrijas, un bote de la susodicha crema de avellanas y cacao y dormir veinte horas seguidas (o veinte días, ya puestos). No sé si suena dramático o cómico. Me da igual. Hoy el pensamiento era: "A la mierda la calma, a la mierda el confinamiento, a la mierda la comida saludable de los c***** y a la mierda todo." (He perdido la cuenta de los asteriscos).
Desde la segunda semana ya no pienso en el tiempo que queda para poder salir y vivo al día y lo llevo bastante bien o eso creo. Al fin y al cabo tener un mal día o unos cuantos no quiere decir que lo lleves mal. Quiere decir que eres human@ y tienes derecho a todo eso. Y de vez en cuando recuerdo decirme: "Lo estás haciendo tan bien como puedes. Lo estás haciendo bien".
Esta nueva normalidad no me acaba de convencer, la verdad...¿Para qué mentir?.
La disfruto a ratos y la valoro muchísimo pero de vez en cuando me satura y se me funden los plomos. Suerte que siempre tengo unos cuantos de repuesto en un cajón. Así que mi tristeza, mi agobio y mis plomos nuevos nos hemos zampado hace un rato un bocadillo de la cremita en cuestión y nos ha sabido a pura gloria...
Abrazo apretado, muy apretado...




domingo, 5 de abril de 2020

ACONTECIMIENTOS CONFINADOS

A ver...teniendo en cuenta que hoy ya es el día 24 de confinamiento para Arnau y para mí, puedo decir que he pasado por diferentes fases y estados hasta llegar a un momento suficientemente estable de bastante serenidad e incluso comodidad la mayor parte del tiempo. A menudo olvidamos la capacidad de adaptación del ser humano.

Hoy es domingo de ramos. En realidad me da igual porque hace muchos años que no lo celebramos...es lo que tiene tirar más bien a una condición atea. Muy atea. Creo en una energía  pero no en un Dios creado por la iglesia y las religiones. Todo eso me chirría bastante y ahí lo voy a dejar.

Tengo que decir que lo que más me gusta de la Semana Santa son la vacaciones, los buñuelos y las torrijas. Así que de momento el mayor acontecimiento que hemos vivido en casa este domingo de ramos es que nuestro gato pequeño Azari después de seis meses con descomposición crónica (es que la palabra diarrea suena fatal) ha empezado a hacer caquitas con forma. Y sí, me he puesto contentísima. Lo confieso, me he puesto intensa y me he visto diciéndole agachada delante de él con voz aguda. " Ay mi gatete bonico que hace cacas bonitaaaaaaas!!!". Él me ha mirado con una cara un tanto extraña, para qué negarlo. Lo sé, lo sé....os recuerdo que ya son 24 días....

Vaaaaaaale, ¿A quién quiero engañar?. Lo habría hecho en condiciones normales también.  Mi parte "Heidi" últimamente sale más a menudo. Siempre os digo que vivir con mi hijo es como vivir con el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Pues bien...vivir conmigo es como vivir con Heidi y la Srta. Rottenmeier al mismo tiempo. Pura aventura...

De acuerdo, seguimos. Luego se me ha roto una bandeja, he visto a mi familia por video llamada (con una madre septuagenaria, bastante sorda y su relación con la tecnología, esas llamadas son oro puro y risa asegurada) y después hemos hecho un "Skyperitivo" con unos amigos en la terraza. Creo que nos ha oído toda la calle pero mira...a estas alturas me trae bastante sin cuidado.

En estos días extraños es fácil que nos dejemos llevar por la inercia de la vida o bien que nos pongamos a hacer y hacer y hacer para no pensar. Pues mira, yo prefiero ir mirando atentamente lo que va pasando a mi alrededor. Lo divertido, lo jodido, lo curioso y lo raro. En fin, lo que vendría siendo lo cotidiano. Cualquier cosa puede ser potencialmente emocionante en un momento dado.

También en estas semanas he ordenado algún cajón. Sí, ¿Qué pasa? A veces también me desespero, soy humana. Pero sobre todo vivo al momento. Ni siquiera pienso ya a penas en dónde quiero ir cuando esto acabe. Cada vez estoy mejor en casa. Hemos descubierto que podemos pasar una tarde de sábado los tres, intentando montar un Mecano (o trasteando con los tornillos y las herramientas sin un objetivo concreto) o tumbados en la cama del pichón casi pavo charlando de todo y de nada. Sin prisas, sin pensar que luego hay que "ir a" o hacer algo obligatoriamente. La única lista mental que estoy haciendo es a quien voy a abrazar y me doy cuenta de que no es muy larga aunque sí suficiente y completa para mí.

Mi hijo despliega su artillería humorística cuando intento tener conversaciones con él sobre emociones y con ello me confirma que tiene muchos genes de su padre y llego a la conclusión de que cada vez son más parecidos y voy a tener que poner toneladas de relatividad y sentido del humor en mi vida. Así que el hecho de que mi gato haga cacas con forma me parece ¡lo más!

Las conversaciones con los que quieres (sean amigos o familia) cobran una importancia vital aunque hables de arroz, del interior de los caracoles o del famoso bicho en cuestión. Espero que después de esto sigamos valorando la importancia de lo "banal". Entendiendo por banal todo eso que hacemos a menudo en piloto automático o que damos por sentado como  lo normal o lo natural, olvidando por completo aquello de que "la vida es lo que te pasa mientras tú haces otros planes". O sea, hablando en plata, que tu gato "cague" normal después de seis meses, que te puedas hacer lo que te apetezca para comer (o simplemente que tengas algo para comer) o que tengas una casa en la que vivir y gente a la que querer.

Así que, un brindis por mi gato pequeño bonico y sus "cagallons", por lo que queda de mi bandeja yaciendo en el cubo de la basura, por mi despensa llena, mi Heidi, mi Rottenmeier, mi terraza y por el vecino de mediana / larga edad de enfrente que le da vueltas al terrado sin camiseta, un puro en la boca y su estupenda gorra y que ayer pasó vergüenza ajena cuando me vio cantando usando el palo de la escoba cual micrófono (o eso me dijo mi hijo).

Besos con ruido y abrazos apretados.



Me diréis que no es bonico mi pequeño...


lunes, 30 de marzo de 2020

VOLVER, VOLVER

Buenos días.
Iniciando día 18 a salvo en casa.
Me he dado cuenta de que cambiando el "encerrados en casa" por el "a salvo en casa" me ayuda a poner perspectiva. Y qué importante es la perspectiva sobre todo en momentos como este.

El sábado asistí junto con otras mujeres preciosas a una sesión virtual con Míriam Díaz de "Inspira Movimiento". No os daré detalles pero solo decir que fue una experiencia brutal. Cómo se puede llegar a conectar con otras personas a pesar de estar cada una un una punta. Sentí literalmente el abrazo. Ese que necesitaba como respirar.

La cuestión es que me di cuenta de algunas cosas. Sin ser consciente, estaba llevando esta situación como yo creía que se esperaba de mí. Por todas partes te llegan "inputs" de: "No te quejes eres privilegiada", "No pierdas la sonrisa", "Nadie se muere por estar en casa con todas las comodidades", "Peor sería....". Un bombardeo constante. Las redes y chats echan humo y me he súper expuesto. Intoxicada por exceso de asomo a la ventanita virtual.  He entornado la ventana y me asomo mucho menos.

Y es cierto, me siento privilegiada por poder estar en mi casa con todas las comodidades y una terraza más que aceptable, estamos sanos, soy optimista, la actitud es importante al igual que el foco y peor sería estar en un hospital cosa que ya conozco demasiado bien. Soy muy muy consciente de todo esto.
Pero no nos equivoquemos. Como seres humanos que somos tenemos derecho a sentirnos agobiados en algún momento, a echar de menos nuestras rutinas, los abrazos o a hablar cara a cara sintiendo el cariño cerca. O sentirnos de 30 maneras diferentes en un solo día. Dragon Khan emocional. O simplemente sentirnos mal y ya. Porque sí. Punto. De vez en cuando es necesario un "reset".
Lo que quiero decir es que ser optimista o positiva no quiere decir que no puedas tener momentos grises, desagradables o pensamientos negativos, sino que a pesar de ellos, sigas sin olvidar todo lo bueno que tienes. Perspectiva. Había olvidado lo bien que sienta de vez en cuando un: "Hoy siento que mi vida es una mierda y no me voy  a esforzar en sentir lo contrario. Ya si eso mañana me vuelvo a poner con ello". Se llama descansar señor@s, descansar.

Pues llegué a presionarme tanto por parecer serena, valiente y fuerte de cara a los demás que me perdí por el camino porque, "¿Qué va a pensar Fulanito o Menganita si digo que hoy estoy con el ánimo por los suelos? Ell@s son tan fuertes...qué bien lo llevan todo. Y no tenía ganas de oír aquello de:
" Venga, si tienes mucha suerte..." ¡Que ya lo sé, coño!" ¿Por qué nos cuesta tanto validar a los demás cuando se sienten mal?

Y sin darme cuenta de había obviado lo realmente peor... "¿Qué voy a pensar de mí misma si me dejo caer?"
 Me sentía desanimada y entonces me sentía culpable por sentirme mal porque hay gente que está mucho peor. Con lo cual me sentía débil, cosa que a veces no soporto y aún menos que me vean como tal. Tantas veces oí en mi vida (o quizás no tantas pero se me clavaron tan hondo...): "Es que claro, tú eres débil" o "Eres una pupas"... Total, que se me hizo un "sapo" -como yo lo llamo- en el pecho, gordo y feo. Ese ni con 100 besos se convertía en Hugh Jackman (abajo los Príncipes azules).Y encima es cuando más me cuesta pedir ayuda y decir: "Necesito hablar". Pero lo hice. Tenía una "paja mental" (perdón por la expresión pero me parece de lo más descriptiva) de la que no conseguía salir.

Qué importante es que te escuchen, que te validen lo que sientes. Simplemente hacer sentir que lo que se siente está bien, sin intentar convencer. ESCUCHAR SIN JUZGAR. (Valga también para uno mismo...escuchar-te sin juzgar-te). Al final, esto (y casi todo en realidad) va de aceptar y aceptar-te.

Y ayer fui consciente. Me había ido de mí. Había vuelto a ser la que pedía perdón por todo, que está para todos aunque necesite estar para ella. La que se juzga. La que tiene que ser aceptada, gustar y actuar según lo "correcto" o bien visto.
Y claro que estoy y estaré siempre para los que quiero y más aún cuando me necesiten. No me importa compartir mi energía con ell@s. Pero sin olvidar a alguien. A mí. Quizás algún@s puedan pensar que  es egoísmo. Yo lo veo más como autoestima y autocuidado. Escoger dónde, en y con quien invierto mi energía. Y en qué momento.

Y si alguien piensa que soy débil (incluida yo) es que no me conoce ni sabe o ha olvidado los caminos que he recorrido para llegar a donde estoy. Es un pensamiento, no mi realidad.

¿Volveré a perderme?¡ Seguro! Pero ahora sé encontrar mi camino de baldosas amarillas. Y es que no hay nada como el HOGAR. Volver  a ti.

Ilustración de DOMMCOBB
https://www.dommcobb.com/

martes, 24 de marzo de 2020

BUSCANDO CARACOLES

Hola de nuevo.
Una de las ventajas de este confinamiento inesperado es mi terraza. Concretemos. Es LA ventaja número 1.
En mi regalo del universo, que es así como veo ese glorioso espacio más que nunca, estos días estoy siendo testigo de varias cosas. A saber:
En doce días el arbolito japonés ha pasado de estar pelado a estar plagado de hojas y brotes verdes.
El cerezo cada día tiene más flores (cuando salen las cerezas vienen los pajaritos y se las comen).
El limonero está sacando más limoncitos.
El naranjo está a reventar de flores que huelen a azahar.
Están brotando las flores de las diferentes plantas de temporada y  también la menta (ya podemos autoabastecernos para hacer mojitos...aunque no sé si bajar a comprar Ron entra como movimiento indispensable...).
Hay una fauna extensa entre mariquitas, hormigas, mariposas y todo tipo de pájaros. Las tórtolas vienen a buscar ramitas para sus nidos (y a cagarse en mis cojines, cosa que le quita romanticismo al hecho anterior).
La de cosas que vemos cuando nos paramos a mirar de verdad.

El domingo era el cumpleaños de mi padre. Habría cumplido los 80. Cifra redonda donde las haya. Y me encontré una pequeño caracol entre los cojines de una silla de mi oasis particular.
Me lo puse en la mano para que se paseara un rato y lo observé...hacía viento y se le movían las antenas e incluso me imaginé su cara de caracol con una sonrisa mientras le rozaba la brisa (Lo sé...cara contenta en un caracol. Tengo mucha imaginación y son muchos días sin salir. Tuve un momento muy Heidy. De hecho, los tengo a menudo, no os voy a mentir, lo del confinamiento es una excusa barata).

La cuestión es que recordé cuando íbamos a la torre de "los titos", en Castellfollit del Boix, donde pasábamos las vacaciones de verano. ¿Te acuerdas hermana?
Voy a explicaros algo muy curioso. Para llegar hasta allí, había una carretera de curvas infernal. Imaginaos un Seat 850 rojo con una franja negra, con mis padres, mi hermana, mi abuela y yo dentro. Encima de nosotras tres, un colchón enrollado y la jaula del canario (Pichurri se llamaba). Cómo eran aquellas curvas, que el pájaro vomitaba unas bolitas amarillas. Juro que esto es cierto. Yo llegaba verde como una lechuga. Pensad que me mareo hasta cuando me siento en la mecedora que tiene mi madre en casa.

Recuerdo mucho aquellos veranos. Cuando hace calorcito y huelo a pino me teletransporto directamente allí. Cuando llovía, recuerdo nítidamente la imagen (O por lo menos ese es el recuerdo que tengo): Mi padre con la linterna, los titos, la yaya, mi madre, mi hermana y yo, con mi canguro rojo buscando caracoles. Era una sensación genial. El olor a tierra mojada, la noche fresca aunque fuera verano, las mariposas en la tripa por el miedo a la oscuridad (que sigo teniendo)...pero la aventura que eso suponía para mí era fantástica. Siempre fui curiosa y mi padre hubo un tiempo en que también lo fue. Me daba la mano y recogíamos caracoles. Me explicaba cosas, le gustaba enseñarnos.  Llenábamos bolsas, los ponían en redes durante días y luego la tita Carmen y la yaya Corpus los lavaban, los cocinaban y los adultos se los comían. Yo no. No me gustan. A lo mejor es porque no puedo comerme un caracol y menos si me imagino su cara sonriente cuando la brisa lo roza.

Abrazos apretados, caricias, sonrisas y besos a tod@s. Es de lo que más echo de menos...bueno, lo que más.

Turbo, de Disney


jueves, 19 de marzo de 2020

¿INTROSPECCIÓN O EXPANSIÓN?

El otro día un amigo mío me decía (por WhatsAp) que no estaba de acuerdo conmigo respecto al post en que escribí que aprovecháramos para recuperar las conversaciones, buscar la manera de vernos vía Skype, oírnos etc. Su opinión es que es un buen momento para la introspección, para estar con uno mismo y con los tuyos en casa. Discrepaba pero me hizo pensar en ello. Es un alivio poder pensar diferente y expresarlo tranquilamente. Y el muy "jodío" siempre me hace pensar.
Y conforme pasan los días siento que en parte tiene razón. En gran parte (¡Pero no en toda! Sabes que nunca te daré la razón del todo jaja).

Al principio del confinamiento es como que me quedé enganchada en todo aquello que me faltaba. Ver gente, abrazar, besar, conversar con los demás, caminar...El hecho de no trabajar hace que normalmente yo ya pase mucho tiempo en casa sola por lo cual ver gente y relacionarme para mí es aire fresco y realmente este encierro no lo llevo del todo bien (como mucha otra gente, claro está). Qué leches...a quien quiero engañar, hay ratos en que lo llevo fatal. Pero me hizo pensar en la oportunidad de relacionarme con mi hijo y mi marido desde otro punto. No desde la rutina y la costumbre sino desde una perspectiva más consciente. No resulta fácil si eres una persona muy emocional y sensible compartir esto con los tuyos cuando ellos son totalmente lo contrario. Pragmatismo. No es ni mejor ni peor...pero a mí eso a veces no me ayuda mucho. Los adoro, pero es así. Aunque tengo que decir que mi pichón casi pavo empieza a desmontarse.

Poco a poco he ido dándome cuenta de que cada vez me apetece menos mirar redes como una vía de escape, hablar a modo de fuga  (opciones totalmente lícitas) por no mencionar el bombardeo televisivo de noticias y mierdas varias y me acomodo más en el silencio, en simplemente "ser y estar". Confieso que me produce cierta angustia. Por todas partes te dicen que tengas una rutina, que estés activo, que aproveches para ordenar y limpiar... ¿Qué queréis que os diga? Me apetece tanto ordenar armarios y limpiar como pelar pollos. O sea, cero. Me imagino que acabaré haciéndolo por pura desesperación. Cuando llegue lo aprovecharé. Hace meses que digo que lo tengo que hacer. Tengo mis rutinas, eso sí. El rímel no falta ni ahora, jeje.

Para los que hemos convivido con la ansiedad, es un momentazo estupendo para que se vuelva a presentar. Y ahí está, respirándome en la nuca. Tengo ratos de mucho agobio, irascibilidad, sensación de encierro y bloqueo pero he decidido no intentar no sentirlo (tarea difícil pero sigo practicando). Sé que la sensación de encierro me conecta inconscientemente con los días y semanas de hospital. Particularmente  con uno en especial de un mes y medio de duración (hacía poco menos de un mes que había salido de otro mes de ingreso). Os pongo en situación: julio y agosto. Piernas inmovilizadas con sendas férulas "fresquísimas" desde la ingle hasta el tobillo. Habitación sin aire acondicionado ni lavabo ni ducha adaptados. Me lavaban con esponjitas y toallitas. Lo pasé leyendo (como no podían llevarme bombones me llevaban libros. ¡¡¡¡Gran alternativa!!!!), escuchando música, cantando, bailando en mi imaginación, escribiendo, pasando febradas, cabreándome, llorando y luego volviendo a reír. Cuando salí, la primera vez que me corrió el agua por el cuerpo fue....orgásmico. Y eso que fue con cubos y la manguera puestos al sol en la torre de mis tíos. A pesar de no poder caminar aún (eso aún tardaría casi un año) fue de las mejores sensaciones de mi vida. De libertad total.

Con todo este rollo lo que quiero decir es que pasar por esas circunstancias tan duras me demostraron la fuerza que tengo y sobre todo lo importante de la vida. Y a veces se me olvida.
Vale. Saber que esta situación me conecta con ciertas sensaciones de aquel trago es un primer paso. Tomar consciencia. Bien. "Paso, inspiración, barrido", como en "Momo". Habrá que hacer las paces con eso. Estoy en ello.

Como entonces, también tengo momentos buenos. ¡Muchos! Bailar (ahora sin imaginarlo), cantar y escribir, leer o abrazar a mis chicos me hace sentir bien. Hacer ejercicio, observar las flores que empiezan a brotar en la terraza... o barrer la terraza...tres veces. O cuatro. Seguir tomando consciencia.
Intentar animar a otros también me ayuda. De ahí compartir cada día una canción que aporte buen rollo.

Y entonces me doy cuenta de que unos días después de empezar el encierro(hoy empieza el séptimo), de repente hablo porque me apetece y no como necesidad vital (que en sus momentos también está bien). Que no busco desesperada la relación con el exterior sino porque me apetece, quiero  y con quien quiero.

En fin, que es un buen momento para aprender de la situación, de una misma y fluir con todos sus momentos y emociones. Que todo esto nos recuerde lo importante. Cuando me ofusco me ofusco, lo siento, me cabreo y si lo necesito lloro o lo escribo. Y luego, pienso en las cosas geniales que me esperan después. Imagino, pero imagino bien. Cómo abrazaré a mis "Perris", a mis "Desaprofitades", a mi madre, a mi familia, a Dani, Sergio, Mario, Carol, a Eva, etc ....a los que quiero, en definitiva. Imagino cómo caminaré por la montaña o veré una obra de teatro. O imagino simplemente estar en mi casa por el placer de estar y disfrutar en ella con mis chicos. Ese es mi anclaje.

Y mando todo mi cariño a los que están en el hospital sea por el coronamierda (perdón, ya sabéis...mi boca) o por otras cosas, ingresados o trabajando. Ya hay gente que conozco y aprecio hospitalizados. Tengo amigos y familia trabajando en hospitales (y tiendas de alimentación, farmacias...). Todo eso es importante de verdad. Al fin y al cabo yo, como tantos otros, estoy en mi casa con mis cosas y los míos. Somos muy afortunados. Tenemos una casa en la que estar, la nevera llena (y algunos tienen huevos para un año, porque a mí me está costando encontrarlos) y la mayoría muchas comodidades. No lo olvidemos.

Así que, ánimo a tod@s. Esto es pasajero y ya queda menos. Sentid lo que tengáis que sentir, haced lo que podáis o a ratos simplemente no hagáis NADA, pero que los árboles no nos impidan ver el bosque. Que lo urgente no nos haga olvidar lo importante. ¡¡Y ya nos veremos en primavera!! Venga, va, aprovecharemos para hacer el cambio de armario

Hoy os comparto aquí la música desconfinada de hoy. Cuando estaba en mi encierro hospitalario y después convaleciente me regalaron un CD de Jarabe de palo. Esta canción en particular me encanta porque habla sobre la amistad. La de verdad. La que para mí se escribe en mayúsculas. Por cierto, ayer mi amigo (de los de mayúsculas) me llamó y nos oímos la voz. ¿Veis como no le puedo dar toda la razón?

  "Grita" (Ya sabéis, clicad encima del título).



¡¡¡Abrazos apretados y vista en lo bueno que está por venir!!!

lunes, 16 de marzo de 2020

MÚSICA DESCONFINADA

¡Hola otra vez!
Este texto va a ser corto, no vaya a ser que autocombustionéis con tanto post.
Esta mañana me he despertado con una idea en la cabeza. ¿Cómo podría hacer yo que este momento complicadillo para tod@s sea un poquito más liviano aunque sea solo un rato?
El otro día os hablaba de la importancia de recuperar las conversaciones con VOZ. De hecho ayer hice un Skype con unas amigas. Os lo recomiendo mucho.
Pues hoy he pensado ir compartiendo una canción cada día. A mí la música me libera, me pone de buen humor. Por eso la voy a llamar música "desconfinada", porque durante un momento a lo mejor nos olvidamos un poquito de esto. Vamos a robarle protagonismo al innombrable virus. Aún no sé muy bien cómo lo haré. Quizás ponga el enlace en Facebook o a través del blog, o  por WhatsAp.... no sé. Iré variando y a lo mejor no es cada día. Sorpresa.

La de hoy es "Si salimos de esta" de Love of Lesbian. (Clicad encima del título)

Nos vemos pronto!!!!
Abrazos apretados

sábado, 14 de marzo de 2020

UNA PROPUESTA "ATREVIDA"

Sí, lo sé...es el tercer post de la semana pero está siendo tan intensa por tantas cosas que mi cabeza va a mil y como dice aquel meme que corre por internet, si me callo me salen subtítulos.
Tranquilos que no os voy a hablar del virus más famoso de la tierra en estos momentos, ni de síntomas ni de cómo lavarnos las manos.
La cuestión es que, por culpa o gracias a él (al final todo es según se mire), muchísima gente estamos en casa si no el 100% del tiempo sí una graaaaaan parte de él. No es la ilusión de nuestras vidas, evidentemente, pero es una cuestión de precaución, responsabilidad y solidaridad hacia los que podemos tener alguna complicación y a todas las personas que por otras causas van a necesitar de los servicios médicos estos días y también hacia todo ese personal sanitario que cuida y cuidará de nosotros.
Eso se traduce en que seguramente, muchos de nosotros en las próximas semanas nos vamos a relacionar con un reducidísimo número de personas y habrá que únicamente con ellas mismas.
La creatividad se impone para pasar las horas. Unas harán teletrabajo, otros leerán, cocinarán, pintarán, cuidaremos de nuestros hijos y un largo etc.
Por mi parte, he empezado un diario de "confinamiento" (la palabra no me gusta, suena fatal pero me parece bastante gráfica), y me he unido a un reto fotográfico en Instagram que ha propuesto @victoriapenafiel.  En su momento, hacer mis "cróhnicas hospitalarias" me ayudó a llevar la situación con cierto humor y he pensado que ahora van a ser "corónicas confinadas" en mi perfil @riudetot. A pesar de la seriedad del tema creo que el humor no hay que perderlo nunca del todo.

Llevo toda la mañana dándole vueltas a algo. Hablo desde mi. Soy una persona introvertida, en el sentido de que necesito mis momentos de mirar en mi interior, de estar a solas, pensar en mis emociones en cómo me siento y no me siento a gusto con cualquiera. Pero también soy una persona comunicativa con los que quiero y donde me siento a gusto y expresarme para mí es una necesidad vital (aunque creo que ya os habéis dado cuenta de eso...¿Verdad?).
Y creo que estamos en unas circunstancias en las que la tentación de quedarnos detrás de la pantalla del móvil para comunicarnos con los demás va a ser lo más cómodo. Así que voy a atreverme a lanzar una propuesta "atrevida". Atención, letras luminosas: Recuperemos la costumbre (si es que la hemos perdido) o instauremos la costumbre de coger el teléfono, llamar y HABLAR. Que podamos oírnos la voz, el tono, la intención, el interés, el cariño y la calidez. Saber que estamos ahí pudiendo casi palpar a la persona que está al otro lado. Molan los WhatsAps, los audios, los memes, los mensajes...no sé vosotros pero yo hablo menos con los míos porque ya contactamos vía mensaje. En la variedad está el gusto. Hagamos algo diferente y ¡hablemos! (Si nos apetece, claro). Y animemos a nuestros peques a hacer lo mismo con sus amigos.

Nuestros mayores van a estar bastante solos. Yo he decidido llamar a mi madre varias veces al día para que hable, me oiga y me sienta cerca. O he llamado a mi vecina para que sepa que si necesita un par de patatas o papel higiénico puede picar a mi puerta (ese es otro tema, el papel del apocalipsis, cómo somos a veces los humanos) . Voy a echar mucho de menos los abrazos, los besos, pero no quiero echar de menos a los míos sean familia o amigos. Aprovechemos situaciones extraordinarias para encontrar ideas diferentes, cosas que nos mejoren como personas u observar cómo nos comportamos, extraigamos conclusiones de ello y si nos parece necesario, actuemos en consecuencia.
En fin, que cada uno haga lo que sienta, quiera o  crea. Por mi parte, ya que voy a ahorrar en cine, teatro y restaurantes, voy a gastar en teléfono. Este mundo loco necesita amor. Que el miedo, el egoísmo, la costumbre o la comodidad no nos hagan olvidar eso...que nos queremos. Y demostrémoslo como mejor sepamos.

Hoy os comparto una canción de Manuel Carrasco (clicad encima del título) . Me encanta el estribillo "Qué bonito es saber que siempre estás ahí. Quiero que sepas que voy a cuidar de ti"..... Pues eso. Estoy aquí.

Un montón de abrazos apretados a todos y ¡ánimo!. Esto también pasará.

miércoles, 11 de marzo de 2020

MADRE DE UN PICHÓN CASI PAVO

Esta semana hay post doble pero la ocasión lo merece.
Y es que me pregunto en qué momento han pasado 12 años desde aquel momento en que me acercaron a mi hijo y pude decirle : " Hola cariño, soy la mama".
Tenía los ojos abiertos y una  mano en la boca. Vi sus manitas, lo olí y después de saludarlo y besarlo pedí que lo llevaran con su padre para que lo pudiera abrazar ya que a mí aún me estaban grapando la cesárea. Oía decir que era tan guapo...¿Qué voy a decir yo? Guapísimo. Nunca imaginé todos los miedos, sentimientos y emociones que pueden llegar a pasear por dentro de una en el momento en que un hijo llega a tu vida de la manera que sea. La primera noche la pasamos comprobando si respiraba. Tienes tantas ganas de poder cambiarlo y tenerlo en brazos, que el hecho de que te hayan hecho una cirugía mayor se convierte en casi nada.
De repente ya no eres solo Mar, un ser individual con vida propia y con un montón de grapas en el abdomen, las piernas hinchadas y una tensión de casi 20 la máxima. Te conviertes en madre 24 horas. Tu vida se convierte en algo totalmente diferente y a veces cuesta pillarle el ritmo a esa nueva personita que de alguna manera te ha elegido. El Dr. Mario Alonso Puig dice que hay hijos oasis e hijos maestros. Los hijos oasis son los que nos gustaría tener (obedientes, no protestan, dóciles...) y los hijos maestros son los que necesitamos. Y vaya si lo necesitaba. Un hijo maestro (y el nuestro parece que tenga doctorado y todo) es la mejor manera de descuadricularte, de cuestionarte todo lo que creías y de volverte loca...
Con un poco de suerte después de volverte loca, si tienes ganas y alguien que te ayude a tomar perspectiva, puedes empezar a darle la vuelta y darte cuenta que es la oportunidad de tu vida para crecer. Pero no crecer y ya....sino CRECER como madre, como mujer (en mi caso), como persona e incluso como profesional. Bien es verdad que cuando te acostumbras a una etapa y parece que ya la dominas, alguien muy bromista (llámale vida) te cambia todas las piezas del tablero y tienes que volver a pensar la jugada siguiente. Y después de lloros, mocos, vómitos, risas, intentos, logros y  rabietas por su parte y lloros, desesperos, intentos, risas, ataques de ansiedad, más intentos y logros por mi/nuestra parte, le vas pillando el truco pero solo un poco.

Y sin darte cuenta llegas a este momento. La preadolescencia metiendo un pie en tu casa. Y de repente ya no quiere calzoncillos con dibujos..."Oh my god" ¿Qué está pasando? Y tan pronto te abraza y te pide que le digas que le quieres como de repente te dice que te vayas a comprar que se quiere quedar solo. Y te preguntas cómo tu "anxoveta" (anchoíta) como le llamábamos cuando estaba compartiendo espacio con mi íleon inflamado, se ha convertido en una persona con criterio y gustos propios, su carácter (y qué carácter), y su personalidad que va afrontando pequeños grandes retos para él y te pone frente al arduo reto de confiar en la vida, en él y en ti misma como madre o padre. Y ya no quiere esa camiseta porque "es muy infantil" o quiere libros de Stephen King o ver "Stranger things", escucha rap o heavy metal y lleva calcetines tobilleros aunque haga un frío "del quince" y desparejados y del revés porque "mola más" o te dice: "Es que mama, tú no lo entiendes"....tocada y hundida.Y me entra una sensación de vértigo casi como la que sentí cuando vi que la prueba de embarazo daba positivo.

Doce años siendo madre y amando, riendo, llorando, disfrutando y sufriendo casi a partes iguales. En definitiva, aprendiendo de él, de mí, de la vida y creciendo sabiendo que un amor como el que sientes por un hijo es la forma de querer más incondicional que pueda existir. Aprendiendo que nuestro pollo/pichón/casi pavo es único y nunca dejará de sorprendernos y nunca me cansaré de achucharlo y decirle que le quiero, que siempre será así pase lo que pase y que él me ha hecho querer ser mejor  y que le agradezco enormemente que me haya escogido como madre, aunque a veces sea una madre un poco loca-pesada-intensa. A menudo le pregunto si cuando tenga pelos y bigote aún me dejará achucharle y se vendrá a la cama los domingos por la mañana con nosotros y él, sinceramente me responde: "No lo sé". Pero mis oídos de madre solo oyen : " Claro que sí mama, siempre".



lunes, 9 de marzo de 2020

POSTUREO...O NO

Esta mañana he tenido entreno...uno de esos en los que te ponen a prueba física, mental y emocionalmente.
Físicamente porque sigo descubriendo o redescubriendo músculos olvidados o escondidos o en estado comatoso y posiciones que se me antojan antipáticas o con las que me llevo fatal (¿Alguien ha probado a hacer sentadillas bien hechas? Lo de sacar culo no está hecho para mí).
Mentalmente porque ha habido momentos de temblor y volver a pensar que no iba a poder. Suerte de mi maestro "Jedi" particular que dice las palabras justas en el momento justo. Es curioso cómo un "Acepta lo que estás sintiendo y respira" me pega una "colleja cósmica" y me recuerda lo que ya he aprendido o estoy aprendiendo: acoger, sentir y gestionar/transitar. ¡Y funciona! Soy aún una pequeña "padawan" en proceso. La cuestión es que ahora esas sensaciones ya no se quedan estancadas y me dejan tocada sino que me recuerdan mi propia fuerza y mi propia capacidad para convertir el recuerdo doloroso en herramienta útil.
Emocionalmente porque hay ciertos ejercicios en que delante de ti no tienes nada más que el espacio, o peor aún, gente o yo misma en un espejo. La exposición...ya sabéis. No lo voy a repetir.Y automáticamente ¿Adivináis qué hago yo? Mirar al suelo...no vaya a ser que si miro al frente se abra ante mí un portal interdimensional del cual salgan los demonios del averno. Parece que si miras al suelo no te ve nadie...menuda idea y sensación elaborada y lleeeeena de sentido, claaaaaro (nótese el tono irónico)...Y reflexionando sobre eso he recordado mi experiencia del sábado por la mañana con un grupo de mujeres preciosas y valientes en una charla con Inma Rabasco de living with choco(clicad en el link si queréis conocerla). Inma es coach e inspiradora de vida, y entre otras muchas cosas interesantes, habla mucho sobre la autoestima y justo el sábado hablaba de la importancia de nuestra postura y nuestro lenguaje no verbal. Nos invitaba a probar a hacer gestos o tomar posturas "como si fingiéramos" por ejemplo que nos sentimos seguras, o atractivas o qué se yo, lo que se te ocurra. El que está delante no lo va a notar aunque tú creas que sí. No notará que lo finges pero quizás sí note una actitud diferente. Es como cuando tienes dos pelos en las piernas y tú crees que toooooooda la humanidad va a ver unas piernas de hombre lobo en luna llena....No, querida...Probablemente no verán ni tus piernas y no verán los dos pelos (y si los ven y les molestan que se atrevan a quitártelos, ¡HA!).
Está comprobado que nuestra postura puede influir en nuestro cerebro favoreciendo un tipo u otro de neurotransmisores y sustancias químicas que a su vez pueden influir en nuestro estado de ánimo.
A veces es cuestión de fingir/probar hasta que le encuentras el gusto o la comodidad. Y he llegado a la conclusión de  que a lo mejor, muchas de las personas que yo veo estupendas y cómodas haciendo sus ejercicios en el gimnasio también están postureando o fingiendo porque en el fondo no se sienten cómodos ni seguros. Así que voy a intentar mirar al frente, sacar pecho y probar a hacer ver que estoy en mi salsa, a ver si me lo acabo creyendo aunque sea un poquito. Y si se abre el portal interdimensional igual me atrevo incluso a asomar la nariz a ver si me estoy perdiendo algo interesante. ¿Quién sabe? Me apetece divertirme.

Un secretito que voy a compartir con vosotr@s....un truco antes de ir al gimnasio que uso es escuchar una canción en particular...."Feeling Good"(clicad en el título). En mi caso la versión de Michael Bublé. La bailo en la cocina mientras preparo el desayuno y a veces la tarareo mientras subo las escaleras hacia la sala de fitness y lo mío me cuesta no bailarla a la vez. Seguro que no soy la única que usa sus trucos (Guiño). ¿Quién no tiene sus secretillos, verdad? (Otro guiño)



jueves, 5 de marzo de 2020

ES QUE ESTOY NERVIOSO

Mi pequeño preadolescente lleva casi dos semanas como una moto sin frenos.
Hay cosas que creías que pasarían cuando se fuera haciendo mayor, como cuando en determinadas épocas se pone más intenso de lo normal y cuando le preguntas qué le pasa te dice: "Es que estoy nervioso". Ahora estamos en ese momento.
La cuestión es que si sumas:
Preadolescencia+precumpleaños+prefiestadecumpleaños+preprimavera
+intensidadintrínsecadelacriatura+madrenopreparadaparalapreadolescencia, la ecuación resultante no la resuelve ni Einstein sin pasar por un par de explosiones y 14 reacciones químicas previas antes de la resolución.
Esos nervios más todo lo demás, pasan por provocar no oír nada de lo que le dices, oírlo pero olvidarlo automáticamente, dispersarse de manera contínua, levantarse de la mesa para hacer algo que se le ha ocurrido en ese momento, protestar por TODO, tener que repetirle las cosas 37 veces (en vez de las 20 habituales), o acabar pegando un grito en un momento dado para que vuelva al mundo terrenal entre otras cosas.
De todos modos no sé de qué me sorprendo porque mi querido pichón casi pavo, de manera reiterada y desde que habita este mundo con uso de razón, encadena los nervios por empezar el curso con la "Castanyada", después con la emoción de Navidad y Reyes, luego el cumple, Semana Santa, colonias, final de curso, viaje de verano y volvemos a empezar....(evidentemente intercalando otros eventos que van surgiendo entre fecha y fecha señalada y todo leído del tirón como si no existieran las comas).
La cuestión es....si ya lo sabemos, ¿Cómo puede ser que aún no hayamos aprendido a capear esos temporales nerviosos? Es una muy buena pregunta que me estoy haciendo en estos momentos...y no sé encontrar la respuesta. El mismo Einstein decía: " Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo", y debo confesar que tanto su padre como yo, seguimos reaccionando de la misma manera....poniéndonos nerviosos (ups, ¿He dicho nerviosos?) Quizás ha llegado el momento de cuestionar algunas de nuestras reacciones y replantear nuestra estrategia de actuación. Responder, no reaccionar. ¿No? En mi defensa diré que los adolescentes nunca me han caído demasiado bien ya de entrada y sí, aún a riesgo de ser políticamente incorrecta, a menudo mi hijo me cae un poco mal...o directamente fatal aunque le siga queriendo incondicionalmente y lo adore la mayor parte del tiempo. Una es humana e intensa (Alguien me lo ha recordado esta mañana. Me tiene calada jajaja). La intensidad no es ni buena ni mala, al final es lo que hagas con ella, como  casi todo en la vida.

Pensando en posibles alternativas se me ocurren varias opciones:
- Ponerme tapones en los oídos para no escuchar el tono subidito.
- Ponerme antifaz para no ver toooooooodas las cosas que se deja tiradas por todas partes.
- Recurrir a la valeriana, pasiflora, tila, tomillo, perejil o césped, así, todo junto y combinado si relaja a tope. (Decir darme a las drogas o al alcohol quedaba fatal y no es nada "healthy").
- Meditar. Más. Muchísimo más.
- Hacerme la loca y mirar para otro lado.
- Pasarlo como pueda intentando no salir en las noticias.
- Esconder el calendario y que no sepa cuando llegan los eventos. Aunque entonces se pondrá nervioso porque no sabe lo que llega; y no nos engañemos, el factor hormonas descontroladas sigue estando ahí.
- Hacerme la muerta, a lo zarigüeya.
- Aceptar que viene una etapa intensa y trabajar mi sentido del humor y mi paciencia.
- Todas las anteriores según momento y estado de cada una de las partes que intervienen en el conflicto.

Así que aquí estamos, tomando una infusión después de haber empezado la mañana enfadándome con él como casi cada día últimamente. Pero luego he recordado lo que realmente importa porque la vida realmente a veces tiene "bromas" muy pesadas y me he propuesto enfadarme menos y abrazarlo aún más y  escucharlo más porque el huracán que está empezando a gestarse en su interior va a necesitar mucha calma, mucha paciencia y sobre todo mucho amor del bueno.


Calvin&Hobbes de Bill Watterson

jueves, 27 de febrero de 2020

CREER EN TÍ

Aquí estoy, comiéndome un trocito de chocolate negro con sal. Me lo he ganado.
Hoy he hecho un buen entreno, de aquellos en los que por un momento piensas:"No voy a poder, mi ombligo no puede ir más adentro y me tiembla todo" pero de repente algo dentro de ti te dice: "¿Que no? No ni ná!!!!" Y de algún lugar sacas aquella mala leche que te empuja pero desde el valor y el amor a tí, no desde el cabreo.
Ya os comenté hace poquito lo que el deporte bien adaptado a mí me estaba suponiendo tanto a nivel físico como emocional y mental.
Cuando haces procesos personales a fondo, estos suelen ser largos, duros, desconcertantes, difíciles, nunca lineales, pero también muy estimulantes y gratificantes. Así, todo mezclado en un mismo día o semana o mes...a lo loco. Una de las cosas que tenía aparcadas, enterradas, olvidadas o quizás escondidas, no lo sé muy bien, era mi parte intelectual. Cuando trabajaba nunca dejé de hacer formación continuada, me gustaba estar al día, saber más para poder ser mejor profesional y porque siempre me ha gustado aprender (que no estudiar...lo sé, una gran paradoja).

Dejar mi vida laboral dio paso al mundo manualidades, lectura, y talleres artísticos. Bien. Nada de malo. Era lo que me apetecía en ese momento. Creo firmemente que trabajar nuestra creatividad es vital como seres humanos y creo que todos deberíamos hacerlo de alguna manera. Ayuda a conectar con nuestra sensibilidad, nuestras emociones y te ayuda a ser creativo frente a los problemas entre otras muuuuchas virtudes. Pues bien, poco a poco y al ir sintiéndome algo más fuerte a nivel físico y emocional se me despertó aquella inquietud intelectual que siempre había tenido. Pero ah, amig@s...entonces me di cuenta de que estaba "cagada" de miedo (perdón por la expresión...ya sabéis que soy de tacos), que no me sentía capaz, que no iba a hacerlo bien y realmente, no me sentía inteligente....La verdad es que nunca me he considerado especialmente inteligente...¿Para qué mentir? La frase de mi padre, con toda su buena voluntad cuando le enseñaba algo que había hecho era: "No está mal". Y esa frase la llevo tatuada en mi cerebro. Se convirtió en una de esas creencias que parecen escritas en piedra sagrada y que yo traduje sin ser consciente en :" No soy suficiente". Él lo hacía desde su exigencia hacia él mismo y hacia los demás e imagino que para espolearme a hacerlo mejor pero yo lo leí a mi manera de niña insegura. Y a menudo  "me peleo" con esa niña. Pues bien, hace dos semanas empecé un curso online de cinco semanas sobre gestión y transformación de conflictos. Siempre me han dado mucho miedo los conflictos y me pareció muy interesante. Estuve a punto de no apuntarme por miedo (¿He dicho miedo dos veces en dos frases seguidas? Ejem...). Primero me puse excusas...Que si no tengo tiempo, que si no me apetece....hasta que mi parte adulta y algo más segura dio un golpe sobre mi mesa de control mental y dijo (me la imagino con gafas de pasta, cara de mala ostia mirándome como me miraba mi padre cuando se cabreaba):" Lo que tienes es miedo de no ser capaz, de sentirte inútil, de no estar a la altura....¿A la altura de qué o de quién? Dale al botón de inscribirse y ponte las pilas de una p*** vez" (perdón por los asteriscos). Y me inscribí. Después de casi dos semanas con el curso, contra todo pronóstico, me he sabido organizar, he participado en el foro de discusión y aunque me da un poco de corte decirlo en voz alta, no lo he hecho mal a la hora de hacer propuestas en algún ejercicio. Me he visto leyendo, releyendo y subrayando y luego resumiendo, sintiendo que a mi mente le costaba ponerse en marcha, sintiéndome tonta, sí... y cuando exponía mis opiniones en el foro lo hacía nerviosa...la ya por todos conocida falta de confianza, esa gran y molesta compañera que a menudo me acompaña. Pero lo estoy haciendo. Y de repente me doy cuenta de cómo necesito que la gente a la que quiero y/o me importa  me diga que lo hago bien, que se sienten orgullosos de mí, y pienso en la importancia de cambiar las palabras "necesito que me digan" por "me gusta que me digan", y sobre todo me hago consciente de que en realidad la historia verdaderamente importante es que YO sea capaz de mirarme a los ojos y decirme: "Estoy orgullosa de ti". Decirle adiós a la tentación del victimismo. Y, joder, qué difícil resulta cuando te das cuenta que pocas veces has creído en ti. Es momento de sentarme a hablar de nuevo cara a cara con esa niña insegura, y como en la peli "Men in black" desmemorizarla para que olvide aquella frase...y escribir en su lugar: "Eres suficiente, eres capaz, estoy orgullosa de ti, CREE EN TÍ". Abrazarla fuerte y comernos un trozo de chocolate mientras nos reímos a carcajadas, estiradas en un prado con la brisa y el sol en la cara, de aquella vez que haciendo una payasada hicimos el ridículo. Está bien que te quieran y es necesario pero primero hay que quererse a uno mismo con sus luces y sus sombras. Con tu niña insegura y tu adulta con gafas de pasta y tus líos mentales. Yo estoy en ello. Mola que te digan lo que vales (podéis regalarme los oídos si os apetece jajaja) pero mola más aún cuando eres capaz de decírtelo a ti mism@.
¿Y tú, crees en ti?


Calvin & Hobbes de Bill Watterson

jueves, 20 de febrero de 2020

CARNAVAL, CARNAVAL...

Ya estamos en Carnaval.
Recuerdo que cuando era pequeña tenía una caja con faldas y pañuelos y siempre iba disfrazada...recuerdo una falda en particular, azul marino, larga con un volante y con un estampado de flores pequeñitas. Esa falda junto con un chal de raso rojo con flecos era mi atuendo favorito. Cuando me vestía así cantaba "María de la O".... sí, todos tenemos un pasado, ejem. La vena farandulera la llevo de serie, ¿para qué negarlo? Y eso que tengo un sentido del ridículo bastante acuciado. No volví a cantar esa copla hasta años después a 40 de fiebre en el hospital. Mira si era farandulera que en vez de delirar cantaba coplas. Menudo cuadro...
A menudo me pueden las ganas de farandulear y vencía y venzo (a veces) mi sentido del ridículo. No por nada hice teatro amateur durante casi 17 años (con un descanso de 4 entre medio).
Durante muchos años, de pequeña y de adolescente algunas personas me decían que era una payasa y sin darme cuenta eso fue haciendo mella y lo asocié a algo negativo, con lo cual cuando siento que destaco o que estoy haciendo demasiada broma me siento algo ridícula,  como si estuviera fuera de lugar. Aprendí un poco a esconderme, a no destacar.
Mi hijo, ese ser que empieza a estar preadolescente que a menudo me vuelve un poco loca y puso y pone mi mundo patas arriba, hasta hace un par de años iba todo el día disfrazado por casa. También tenía su caja llena de disfraces, telas, pañuelos y complementos varios. Casi cada año para carnaval hemos hecho su disfraz en casa e incluso hemos participado en algunos concursos familiares en las fiestas del cole. También ha salido farandulero. Primero se mostraba (y se sigue mostrando) solo en casa. Es un niño que también tiene un gran sentido del ridículo, por lo menos hasta ahora. O eso creía yo...porque por algunos comentarios de compañeros o padres de los mismos o algún amigo nuestro, parece ser que es "el alma de la fiesta". Cuando algunos padres te dicen: " Me parto con tu hijo", me entra una sensación ambigua que se mueve entre el orgullo y la vergüenza, pensando en si hará alguna broma inadecuada o meterá la pata o hará el ridículo y alguien se reirá de él como alguna vez se habían reído de mí....
Hoy tocaba ir con disfraz libre al cole. Decidió ir de plátano, así que este año hemos comprado el traje. Pues esta mañana, ni corto ni perezoso, se ha plantado su disfraz encima del abrigo y ha salido la mar de estupendo. Cuando nos hemos separado (a veces hace un pequeño trozo del camino solo) lo he visto caminar vestido de plátano y se me ha encogido el estómago por si pasaba vergüenza. Pero he pensado: "Ole tú, porque aunque te dé vergüenza no te estás escondiendo".

Mi pequeño preadolescente tiene ideas y personalidad propia, ¡vaya si las tiene! Mis litros de tinta he sudado y sudo "gracias" a esa personalidad. Y a veces me sorprendo haciendo algún comentario del tipo : "Pero ¿seguro que quieres ir así por la calle? Piensa que vas solo..." Y en seguida me doy cuenta de que ese miedo es mío y no de él y me alegro de su cabezonería y que haga caso omiso de mi comentario (en otros momentos, muuuuuchos momentos, lo del caso omiso es causa de conflictos domésticos...seguro que os imagináis más de uno.)
Mañana harán la Rúa del colegio, y como cada año desde que ya no trabajo allí, disfrutaré viendo a los peques y no tan peques con sus disfraces y asomará una lagrimita porque echo mucho de menos esas fiestas. Era una locura pero me lo pasaba en grande. Y echaré de menos disfrazarme, compartir esa fiesta y esa locura con mis compañera@s, sobre todo mis compañeras del Ciclo de Infantil, con las que reí, lloré, curré y compartí tantas horas, tantas historias y tantas experiencias. Aix chicas....¡cómo os extraño!
Y pensaré cuántos años más mi pollo, que ya es pichón, querrá disfrazarse antes de que llegue a ser pavo...

viernes, 7 de febrero de 2020

¿DEPORTE?¿YO?

Toda la vida me habían dicho que me iría bien hacer deporte. Que si para la espalda primero, que si para reforzar las rodillas después, que si para mantener la ansiedad a raya y subir el ánimo, que si para prevenir la osteoporosis o la osteopenia consiguiente a la toma de corticoides...
Nunca he sido una persona deportista. Lo máximo que hice cuando era pequeña fue Jazz. Bailar era de lo poco que se me da medio bien. Mi padre no me llevaba al parque para que no me hiciera daño. Eso hizo que me perdiera explorar muchas de mis posibilidades físicas. 
Caminar sí que me gusta pero no era suficiente. Me apuntaba al gimnasio, iba tres días y quinientos no. Nunca llegué a tener constancia. Con la llegada de la fatiga crónica aún fue peor. Y es que, primero, me aburría y cansaba enormemente a partes casi iguales y segundo, el médico me metió tal miedo en el cuerpo que cada vez hacía menos. El año pasado lo volví a intentar. Le perdí el miedo a los síntomas pero casi siempre encontraba alguna excusa y ooooootra vez el eterno estar apuntada al gimnasio y ya.
En octubre me puse firme y gracias a un buen consejo empecé de nuevo pero con un entrenador. Tenía que ir sí o sí. No había excusa. Mi cuerpo se reveló los tres primeros meses al empezar a reconducir mi postura tortuguil. Debió pensar :" ¿En serio pretendes, después de casi 45 años que yo salga de mi zona de confort? Debes estar de coña..." Confort, por llamarlo de alguna manera porque no era naaaada confortable, pero ya se sabe el vicio que tenemos de pensar aquello de "más vale malo conocido que bueno por conocer". Y no me rendí. A pesar del "run run" del miedo susurrándome a veces: "¿Qué pretendes a estas alturas? No lo vas a conseguir" conseguí que mi voz interior (¿no habéis oído nunca la vuestra? Tranquis no estáis locos, lo que pasa es que a menudo la ignoramos por no molestarnos en cambiar las cosas o qué se yo) levantara la voz y dijera que sí. Que no pensaba rendirme. 

Y llegó el momento de empezar a ir sola además del día que voy con el entrenador. Hábito que me sigue costando un esfuerzo por varias razones. Primero porque el deporte sigue sin entusiasmarme, segundo porque sola en la sala me siento como un pulpo en un garaje. Me siento observada (lo más probable es que no me mire nadie, paranoia pura) y me siento ridícula levantando mancuernas de 1 kilo al lado de un tío cachas levantando 100. Cabe decir que ya he aumentado a 2 kilos. Estoy que lo peto. Ejem...
Pero conseguir mantener el hábito de ir a pesar de la pereza, la borrasca Gloria, el malestar a veces y la vergüenza, me ha puesto un espejo delante con la imagen de otra yo que estaba escondida detrás de la tortuga. Como me dijo alguien muy sabia e inteligente a la que quiero un motón....colocar mi cuerpo donde debe estar, ha resituado a esa Mar que también debía estar.
Así que, puedo decir oficialmente que el deporte, o más bien un deporte adaptado y pensado por mi queridísimo ( a veces no le quiero tanto, sobre todo al día siguiente) entrenador para mí, está haciendo mucho por mí. Tengo más resistencia física y he conocido músculos que ni sabía que existían. Voy avanzando y mejorando. Estoy cambiando el miedo por el reto, las excusas por decisiones, la fragilidad por fortaleza, la evitación por la adaptación a lo que mi cuerpo necesita...porque noto y siento que es bueno para mí, que me conviene, me ayuda en muchos aspectos y me empodera. Y me quiero más. Y eso, no os lo negaré, mola y mucho.
Además, voy generalmente a la hora de los jubilados. Eso me convierte casi en un yogurín...Ah, que no cuela...había que intentarlo.
Me alucinan. Tienen más marcha que muchos jóvenes y admiro sus ganas por seguir estando en forma y saludables. Espero alcanzarlos y mantener el hábito. Mi hijo me dijo el otro día que está orgulloso de mí. Que siempre decía que iría al gimnasio pero nunca cumplía y ahora lo había conseguido. Luego me dijo que me sigue colgando el trasero, qué majo, aunque bueno....es la realidad, no puedo negarlo y ya casi no lo escondo. Pero sobre todo, yo me siento orgullosa de lo que estoy consiguiendo y nunca pensé que lo lograría. Así que, seguimos para Bingo. La tortuga va quedando atrás. Diría que ha salido de su caparazón. No es una liebre pero tampoco está nada mal. Y tampoco tiene prisa porque ya va sabiendo hacia dónde va y eso...es medalla segura en cualquier olimpiada de vida que se precie.

Calvin & Hobbes by Bill Watterson