lunes, 20 de abril de 2020

UN SANT JORDI DIFERENTE

Lunes, 20 de abril. En tres días Sant Jordi.
Los que ya me conocen un poquito saben que Sant Jordi es mi día preferido del año.
El ambiente que hay en la calle me calienta el alma. Libros por todas parte, rosas en todas las esquinas...se respira un talante diferente ese día. Hay más alegría, buen humor, sonrisas...sí,sí, sé que si bajas al centro de la ciudad cuando siempre huyes de las aglomeraciones como es mi caso, puedes colapsar. ¿Solución? Bajar muy prontito y huir como alma que lleva el diablo cuando empieza a aumentar el flujo de gente.
Los últimos años nos hemos quedado por el barrio, dado que el pichón ha heredado mi gusto por los lugares poco concurridos. Pero no me importa porque así contribuimos a invertir en la economía del comercio de proximidad.
La temperatura ya empieza a suavizarse, la luz de primavera crea un cuadro acogedor....en fin, que siempre espero ese día con suma ilusión. Soy compradora compulsiva de libros, lo reconozco. Y como leo mucho libro electrónico por el tema espacio, para Sant Jordi (y algún que otro día más) me llevo mi dosis de libros en papel necesaria para mi subsistencia. Mi madre siempre me dice que de pequeña se tenía que enfadar conmigo porque quería acostarme con libros en vez de con muñecos y podía hacerme daño. Son mi pasión desde que tengo uso de razón. Si alguna vez no sabéis qué regalarme, no optéis por una joya. Escoged con cariño un libro para mí y seré feliz. Y si me escribís algo dedicado ya....ni te cuento.

Ya hace años que en casa hay rosas y libros para todos. A mí me encantan las rosas amarillas. No me preguntéis por qué, es así. Recuerdo con especial cariño una rosa amarilla de pitiminí de mi por entonces aún novio, cogida de su terraza. Soy de gustos sencillos por lo general. A ellos les gustan las de "chuche". Golosones.

Este año el 23 de abril va a ser muy diferente y la verdad es que me pone triste. Me faltará pasear por las paradas  y librerías, mirar, acariciar los libros, respirarlos y dejarme escoger por ellos. Porque sí...me escogen. Puedo llevar veinte paradas viendo cientos de ejemplares hasta que de repente mis manos y mis ojos se van sin saber porqué a uno en concreto (bueno, a varios). Esa sensación es magia pura. Echaré de menos ir al cole a ver "La llegenda de Sant Jordi" que representan los alumnos de la ESO como yo hice en su día cuando hacía tercero de BUP (una tiene una edad ya...) y la entrega de premios de los Jocs Florals. De hecho acabo de recordar que gané el segundo premio mi último año como alumna con una poesía (supongo que de amor...la adolescencia, ya se sabe).

Por mi parte, haré rosas de hojaldre y ya he comprado los libros en mi librería de cabecera "La Font de Mimir" a través de  www.llibreriesobertes.com (si clicáis encima del link os dirigirá allí) y los recogeré cuando puedan volver a abrir sus puertas. Intentaré engalanar el balcón lo mejor que pueda y puede que intentemos hacer pan de Sant Jordi.

Para mí es un día de compartir no solo libros y rosas sino lo que representan: amor en todas sus formas. Es compartir un: "pienso en ti, te echaba de menos, me importas, cuenta conmigo, te quiero..."
El día de los enamorados pero del cariño, de la cultura, del color, de la amistad, de la luz y de la vida. Aix...qué profundo me ha quedado esto por Dios. Pero es como lo siento. Así soy yo, apasionada de lo que me gusta y de los que quiero.

Feliz Sant Jordi aunque sea confinado gente bonita.
Un abrazo apretado, una rosa amarilla y un libro que os llegue al alma.

Ilustración de Joan Turu


domingo, 12 de abril de 2020

DE DOS COLORES

Día 31 de confinamiento.
Ha pasado un mes. Esta mañana al enviar la música "desconfinada" he puesto un comentario relativo a que ya podían apagar la cámara oculta y la decepción de que al final esto no fuera una broma. Curiosamente el comentario ha hecho gracia y la verdad es que no pretendía ponerle humor. Hoy no.
He aprendido. Hoy me he sentido como el culo (perdón pero los tacos me sientan divinamente y hoy los necesito). Me he despertado con una sensación de angustia importante. Ni el sol, ni la terraza, ni el  primer proyecto de cereza en el cerezo me importaban un rábano.
Me encanta la montaña ya lo sabéis. Me llena de energía y soy de las que se abraza a los árboles. Adoro el olor a tierra mojada y el olor a eucaliptus que me recuerda a mi padre. Pero hoy necesitaba mar...el mar me calma. Veo un trocito de mar desde mi casa a lo lejos. Privilegio donde los haya siempre y más ahora, y hoy sentía una necesidad visceral de olerlo, notar la arena en los pies y ver y escuchar las olas hasta hipnotizarme.
Me sentía como un tigre enjaulado. Estaba triste, enfadada, ansiosa, apática y rabiosa al mismo tiempo. Pero hoy no me he sentido culpable por sentirme así. El descanso mental del que hablaba hace unos días...
Hoy he "tocado fondo" y muestra de ello es que he claudicado a comprar Nocilla…. ¡De dos colores! La más marrana que existe. No me he maquillado y he apagado el móvil un buen rato.
He probado a tomar el sol, a escuchar música, escribir y leer. Pero no.
Necesitaba gritarlo o por lo menos decirlo en voz alta. Y me vais a perdonar por el vocabulario pero hoy tengo bula, porque yo lo valgo... Y lo he dicho: " Estoy hasta el c*** de esto. Necesito ver el mar, abrazar a determinadas personas, tomarme un café con gente que me hace reír, pensar o las dos cosas, ir a donde me dé la p*** gana" y se ha juntado con unos lagrimones imparables y mi idea de vez en cuando recurrente de: "Me siento inútil y no aporto nada a nadie". Qué manía persecutoria tengo con eso a veces. Tengo que seguir trabajando en ello...
Suerte que no me había puesto rímel hoy. Qué bien sienta una buena lloradita que te ayude a deshacer el puñetero nudo en el pecho. Y ahí estaba mi santo marido para abrazarme y animándome a pegar cuatro gritos y poniéndose las bambas para bajar a por la Nocilla (y unas cuantas cosas más, que no es cuestión de salir a lo loco). Porque sí, hoy solo quería un plato de torrijas, un bote de la susodicha crema de avellanas y cacao y dormir veinte horas seguidas (o veinte días, ya puestos). No sé si suena dramático o cómico. Me da igual. Hoy el pensamiento era: "A la mierda la calma, a la mierda el confinamiento, a la mierda la comida saludable de los c***** y a la mierda todo." (He perdido la cuenta de los asteriscos).
Desde la segunda semana ya no pienso en el tiempo que queda para poder salir y vivo al día y lo llevo bastante bien o eso creo. Al fin y al cabo tener un mal día o unos cuantos no quiere decir que lo lleves mal. Quiere decir que eres human@ y tienes derecho a todo eso. Y de vez en cuando recuerdo decirme: "Lo estás haciendo tan bien como puedes. Lo estás haciendo bien".
Esta nueva normalidad no me acaba de convencer, la verdad...¿Para qué mentir?.
La disfruto a ratos y la valoro muchísimo pero de vez en cuando me satura y se me funden los plomos. Suerte que siempre tengo unos cuantos de repuesto en un cajón. Así que mi tristeza, mi agobio y mis plomos nuevos nos hemos zampado hace un rato un bocadillo de la cremita en cuestión y nos ha sabido a pura gloria...
Abrazo apretado, muy apretado...




domingo, 5 de abril de 2020

ACONTECIMIENTOS CONFINADOS

A ver...teniendo en cuenta que hoy ya es el día 24 de confinamiento para Arnau y para mí, puedo decir que he pasado por diferentes fases y estados hasta llegar a un momento suficientemente estable de bastante serenidad e incluso comodidad la mayor parte del tiempo. A menudo olvidamos la capacidad de adaptación del ser humano.

Hoy es domingo de ramos. En realidad me da igual porque hace muchos años que no lo celebramos...es lo que tiene tirar más bien a una condición atea. Muy atea. Creo en una energía  pero no en un Dios creado por la iglesia y las religiones. Todo eso me chirría bastante y ahí lo voy a dejar.

Tengo que decir que lo que más me gusta de la Semana Santa son la vacaciones, los buñuelos y las torrijas. Así que de momento el mayor acontecimiento que hemos vivido en casa este domingo de ramos es que nuestro gato pequeño Azari después de seis meses con descomposición crónica (es que la palabra diarrea suena fatal) ha empezado a hacer caquitas con forma. Y sí, me he puesto contentísima. Lo confieso, me he puesto intensa y me he visto diciéndole agachada delante de él con voz aguda. " Ay mi gatete bonico que hace cacas bonitaaaaaaas!!!". Él me ha mirado con una cara un tanto extraña, para qué negarlo. Lo sé, lo sé....os recuerdo que ya son 24 días....

Vaaaaaaale, ¿A quién quiero engañar?. Lo habría hecho en condiciones normales también.  Mi parte "Heidi" últimamente sale más a menudo. Siempre os digo que vivir con mi hijo es como vivir con el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Pues bien...vivir conmigo es como vivir con Heidi y la Srta. Rottenmeier al mismo tiempo. Pura aventura...

De acuerdo, seguimos. Luego se me ha roto una bandeja, he visto a mi familia por video llamada (con una madre septuagenaria, bastante sorda y su relación con la tecnología, esas llamadas son oro puro y risa asegurada) y después hemos hecho un "Skyperitivo" con unos amigos en la terraza. Creo que nos ha oído toda la calle pero mira...a estas alturas me trae bastante sin cuidado.

En estos días extraños es fácil que nos dejemos llevar por la inercia de la vida o bien que nos pongamos a hacer y hacer y hacer para no pensar. Pues mira, yo prefiero ir mirando atentamente lo que va pasando a mi alrededor. Lo divertido, lo jodido, lo curioso y lo raro. En fin, lo que vendría siendo lo cotidiano. Cualquier cosa puede ser potencialmente emocionante en un momento dado.

También en estas semanas he ordenado algún cajón. Sí, ¿Qué pasa? A veces también me desespero, soy humana. Pero sobre todo vivo al momento. Ni siquiera pienso ya a penas en dónde quiero ir cuando esto acabe. Cada vez estoy mejor en casa. Hemos descubierto que podemos pasar una tarde de sábado los tres, intentando montar un Mecano (o trasteando con los tornillos y las herramientas sin un objetivo concreto) o tumbados en la cama del pichón casi pavo charlando de todo y de nada. Sin prisas, sin pensar que luego hay que "ir a" o hacer algo obligatoriamente. La única lista mental que estoy haciendo es a quien voy a abrazar y me doy cuenta de que no es muy larga aunque sí suficiente y completa para mí.

Mi hijo despliega su artillería humorística cuando intento tener conversaciones con él sobre emociones y con ello me confirma que tiene muchos genes de su padre y llego a la conclusión de que cada vez son más parecidos y voy a tener que poner toneladas de relatividad y sentido del humor en mi vida. Así que el hecho de que mi gato haga cacas con forma me parece ¡lo más!

Las conversaciones con los que quieres (sean amigos o familia) cobran una importancia vital aunque hables de arroz, del interior de los caracoles o del famoso bicho en cuestión. Espero que después de esto sigamos valorando la importancia de lo "banal". Entendiendo por banal todo eso que hacemos a menudo en piloto automático o que damos por sentado como  lo normal o lo natural, olvidando por completo aquello de que "la vida es lo que te pasa mientras tú haces otros planes". O sea, hablando en plata, que tu gato "cague" normal después de seis meses, que te puedas hacer lo que te apetezca para comer (o simplemente que tengas algo para comer) o que tengas una casa en la que vivir y gente a la que querer.

Así que, un brindis por mi gato pequeño bonico y sus "cagallons", por lo que queda de mi bandeja yaciendo en el cubo de la basura, por mi despensa llena, mi Heidi, mi Rottenmeier, mi terraza y por el vecino de mediana / larga edad de enfrente que le da vueltas al terrado sin camiseta, un puro en la boca y su estupenda gorra y que ayer pasó vergüenza ajena cuando me vio cantando usando el palo de la escoba cual micrófono (o eso me dijo mi hijo).

Besos con ruido y abrazos apretados.



Me diréis que no es bonico mi pequeño...