jueves, 5 de marzo de 2020

ES QUE ESTOY NERVIOSO

Mi pequeño preadolescente lleva casi dos semanas como una moto sin frenos.
Hay cosas que creías que pasarían cuando se fuera haciendo mayor, como cuando en determinadas épocas se pone más intenso de lo normal y cuando le preguntas qué le pasa te dice: "Es que estoy nervioso". Ahora estamos en ese momento.
La cuestión es que si sumas:
Preadolescencia+precumpleaños+prefiestadecumpleaños+preprimavera
+intensidadintrínsecadelacriatura+madrenopreparadaparalapreadolescencia, la ecuación resultante no la resuelve ni Einstein sin pasar por un par de explosiones y 14 reacciones químicas previas antes de la resolución.
Esos nervios más todo lo demás, pasan por provocar no oír nada de lo que le dices, oírlo pero olvidarlo automáticamente, dispersarse de manera contínua, levantarse de la mesa para hacer algo que se le ha ocurrido en ese momento, protestar por TODO, tener que repetirle las cosas 37 veces (en vez de las 20 habituales), o acabar pegando un grito en un momento dado para que vuelva al mundo terrenal entre otras cosas.
De todos modos no sé de qué me sorprendo porque mi querido pichón casi pavo, de manera reiterada y desde que habita este mundo con uso de razón, encadena los nervios por empezar el curso con la "Castanyada", después con la emoción de Navidad y Reyes, luego el cumple, Semana Santa, colonias, final de curso, viaje de verano y volvemos a empezar....(evidentemente intercalando otros eventos que van surgiendo entre fecha y fecha señalada y todo leído del tirón como si no existieran las comas).
La cuestión es....si ya lo sabemos, ¿Cómo puede ser que aún no hayamos aprendido a capear esos temporales nerviosos? Es una muy buena pregunta que me estoy haciendo en estos momentos...y no sé encontrar la respuesta. El mismo Einstein decía: " Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo", y debo confesar que tanto su padre como yo, seguimos reaccionando de la misma manera....poniéndonos nerviosos (ups, ¿He dicho nerviosos?) Quizás ha llegado el momento de cuestionar algunas de nuestras reacciones y replantear nuestra estrategia de actuación. Responder, no reaccionar. ¿No? En mi defensa diré que los adolescentes nunca me han caído demasiado bien ya de entrada y sí, aún a riesgo de ser políticamente incorrecta, a menudo mi hijo me cae un poco mal...o directamente fatal aunque le siga queriendo incondicionalmente y lo adore la mayor parte del tiempo. Una es humana e intensa (Alguien me lo ha recordado esta mañana. Me tiene calada jajaja). La intensidad no es ni buena ni mala, al final es lo que hagas con ella, como  casi todo en la vida.

Pensando en posibles alternativas se me ocurren varias opciones:
- Ponerme tapones en los oídos para no escuchar el tono subidito.
- Ponerme antifaz para no ver toooooooodas las cosas que se deja tiradas por todas partes.
- Recurrir a la valeriana, pasiflora, tila, tomillo, perejil o césped, así, todo junto y combinado si relaja a tope. (Decir darme a las drogas o al alcohol quedaba fatal y no es nada "healthy").
- Meditar. Más. Muchísimo más.
- Hacerme la loca y mirar para otro lado.
- Pasarlo como pueda intentando no salir en las noticias.
- Esconder el calendario y que no sepa cuando llegan los eventos. Aunque entonces se pondrá nervioso porque no sabe lo que llega; y no nos engañemos, el factor hormonas descontroladas sigue estando ahí.
- Hacerme la muerta, a lo zarigüeya.
- Aceptar que viene una etapa intensa y trabajar mi sentido del humor y mi paciencia.
- Todas las anteriores según momento y estado de cada una de las partes que intervienen en el conflicto.

Así que aquí estamos, tomando una infusión después de haber empezado la mañana enfadándome con él como casi cada día últimamente. Pero luego he recordado lo que realmente importa porque la vida realmente a veces tiene "bromas" muy pesadas y me he propuesto enfadarme menos y abrazarlo aún más y  escucharlo más porque el huracán que está empezando a gestarse en su interior va a necesitar mucha calma, mucha paciencia y sobre todo mucho amor del bueno.


Calvin&Hobbes de Bill Watterson

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