martes, 26 de noviembre de 2019

A LA MIERDA ENCAJAR

Últimamente me ha estado rondando mucho por la cabeza una pregunta...en realidad más de una.
Y son "¿Dónde encajo?¿Qué aporto?" Cuando trabajaba en el cole sentía que encajaba bastante. Disfrutaba con mis compañeros, me lo pasaba bien con los niños...pero sobre todo encajaba porque trabajaba. Como casi todo el mundo. Pero,¿qué pasa cuando estás en edad de trabajar pero las circunstancias hacen que tú no entres en ese parámetro? De repente empiezas a darte cuenta o mejor dicho, a pensar, que tú no aportas nada útil, que no encajas con lo que "debería" ser. Y esas son sensaciones que me han llegado a encender la mecha de mi ansiedad, que pasa largas temporadas dormida, pero la muy jodida últimamente tiene el sueño ligero y a la mínima se despierta. Y es que. señoras y señores, vivimos en un mundo en que si estás fuera de lo estándar, parece que no encajas, que eres la pieza discordante, que eres como una rémora (qué nombre tan feo). Oyes el típico comentario de "¡tú sí que vives bien!", frase que te sienta como una puñalada en el estómago porque tú lo que querrías es pertenecer al "rebaño", encontrarte bien, trabajar, formar parte de algo importante (defínanme importante)… En fin, ser como todo el mundo y quejarte de las mismas cosas. Tener una enfermedad crónica invisible (esa es otra), tener una sensibilidad acentuada, no trabajar, intentar aprender a quererte y ser coherente contigo.... no te hace precisamente del rebaño estándar.

Y con esos pensamientos estaba yo el sábado en la bañera (atentado sostenible, lo sé. En mi defensa diré que lo hago una o dos veces al año y que realmente lo necesitaba) hasta que llegué a una conclusión: " a la mierda encajar". ¿Por qué tengo que encajar? siempre con ese hábito inútil de intentar ser aceptada por lo que hago y no por lo que soy. Soy yo, Mar, tengo pecas, tengo Crohn, tengo Fatiga crónica y una cuantas cicatrices por fuera y por dentro que me han hecho (porque yo así lo decido) más fuerte y más bonita. Como en el arte del Kintsugi .Pienso mucho, algunos dirían que demasiado (incluso yo). Me gusta cuestionarme las cosas, la vida, a mí (y a menudo eso  me vuelve un poco loca). Estoy aprendiendo a meditar y a mirarme de verdad. Soy lo que soy, soy quien soy y no sé muy bien dónde encajo. No aporto rendimiento laboral pero eso no me convierte en una persona inútil. Lo aporté en su día y eso ya es una cajita en mi armario de aportaciones. Al fin y al cabo nuestras aportaciones no tienen que ser grandes y continuadas acciones.
 Aporto risas, sensibilidad, creatividad, a veces locura, cierta perspectiva, lágrimas de pena, de risa, de miedo, rabia y de emoción, abrazos (adoro abrazar y que me abracen) emociones gestionadas y a veces desbordadas, un hombro en el que llorar, una mano amiga o un par de oídos dispuestos a escuchar (aunque no lo parezca porque me encanta hablar si me siento cómoda, es una evidencia). También aporto un poco de caos y de no saber por dónde pillarme (preguntadle a mi santo marido, él os puede dar fe). También pongo lavadoras y alimento a los míos, gatos y peces incluidos y ya sé que parece poco poético pero es que la vida no suele ser poética aunque no por eso deja de ser bonita. Quizás soy una pieza de puzle de aquellas a las que le falta un trocito o tal vez soy la oveja negra que nunca me he atrevido a ser.
Quizás ha llegado el momento del resurgir de las ovejas negras...o grises o verdes o del color que decidan pintarse. En mi caso sería probablemente verde pistacho, como ese abrigo que me encanta pero no me atrevo a comprarme porque me da miedo que se me vea demasiado....
A la mierda encajar. "Black sheeps are coming".

Y de regalo, una canción de Aslándticos. "La forma de mirar"(clicad encima del título). Me encanta ,me ancla. Bailadla si podéis pero sobre todo escuchadla.

Al contrario que Calvin, siempre vuelvo a por otro libro...no tengo remedio.

Abrazo apretado...mínimo de seis segundos.


Calvin& Hobbes de Bill Watterson


viernes, 22 de noviembre de 2019

CUANDO SE TE ENREDAN LOS PIES

A veces tenemos temporadas más bajas de moral que otras y eso está bien. Quiero decir, que aunque no nos guste la sensación, no es necesario que nos forcemos a estar bien sea como sea. Eso no quiere decir que tengamos que engancharnos a esa sensación las 24 horas y revolcarnos en ella sino que a pesar de ella, aunque la llevemos cogida de la mano, podemos reírnos en un momento dado, regalarnos una ducha con velas y buena música o pegarnos cuatro bailes.
Yo llevo así unos días. Será el otoño, será mi ciclo menstrual o simplemente que a veces necesitamos recolocar pensamientos y emociones y necesitamos bajar las revoluciones. Ahora lo sé. Lo he aprendido.
Hoy me ha pasado algo que no me pasaba hace tiempo. Mi entrenador en el gimnasio me ha dado un poco más de caña (intentar reforzar este cuerpazo no es moco de pavo). Necesitaba saber hasta dónde podía llegar y en un momento después de un ejercicio que para cualquiera seria seguramente un esfuerzo razonable, he quedado tan exhausta que no era capaz de sostener la botella de agua y mucho menos abrirla. Me temblaban las manos y no podía desatarme las bambas y he vuelto a sentir una impotencia que hacía tiempo que no sentía. Quería llorar y me sentía muy frustrada.
A veces mi realidad me abofetea con pequeños detalles. Pero también me recuerda que a pesar de todas esas emociones desagradables (que no negativas), soy valiente, que siempre consigo levantarme cuando me caigo aunque me cueste y saco algún aprendizaje de ello. Sigo tocada (que no hundida. Soy como la insumergible Molly Brown), y está bien. No pasa nada. Estoy algo triste, ¿Y qué? El martes volveré y volveré a por todas porque en el fondo confío en mí y confío en el trabajo de mi entrenador, estoy en buenas manos. Hace poco que decidí que YO conduzco aunque a veces lleve de copiloto a sensaciones incómodas y  para qué engañarnos, antipáticas a morir, y con el camino que he recorrido hasta ahora no está en mis planes parar en este punto (aunque me tome mis descansos o a veces me pierda).
Así que aquí estoy, escribiendo porque es lo que me pide el cuerpo, la mente y el corazón. Porque a pesar de todo me siento agradecida de seguir encontrando la fuerza y la motivación para seguir adelante y de que la vida me ponga en el camino a las personas y las situaciones oportunas en cada momento.
A veces te peleas con la vida hasta que te das cuenta de que es casi mejor bailar y abrazarte con ella aunque el ritmo a veces se te escape y se te enreden los pies. Y es que a veces...un abrazo lo cura todo, ¡o por lo menos ayuda!


Calvin & Hobbes de Bill Watterson