domingo, 5 de abril de 2020

ACONTECIMIENTOS CONFINADOS

A ver...teniendo en cuenta que hoy ya es el día 24 de confinamiento para Arnau y para mí, puedo decir que he pasado por diferentes fases y estados hasta llegar a un momento suficientemente estable de bastante serenidad e incluso comodidad la mayor parte del tiempo. A menudo olvidamos la capacidad de adaptación del ser humano.

Hoy es domingo de ramos. En realidad me da igual porque hace muchos años que no lo celebramos...es lo que tiene tirar más bien a una condición atea. Muy atea. Creo en una energía  pero no en un Dios creado por la iglesia y las religiones. Todo eso me chirría bastante y ahí lo voy a dejar.

Tengo que decir que lo que más me gusta de la Semana Santa son la vacaciones, los buñuelos y las torrijas. Así que de momento el mayor acontecimiento que hemos vivido en casa este domingo de ramos es que nuestro gato pequeño Azari después de seis meses con descomposición crónica (es que la palabra diarrea suena fatal) ha empezado a hacer caquitas con forma. Y sí, me he puesto contentísima. Lo confieso, me he puesto intensa y me he visto diciéndole agachada delante de él con voz aguda. " Ay mi gatete bonico que hace cacas bonitaaaaaaas!!!". Él me ha mirado con una cara un tanto extraña, para qué negarlo. Lo sé, lo sé....os recuerdo que ya son 24 días....

Vaaaaaaale, ¿A quién quiero engañar?. Lo habría hecho en condiciones normales también.  Mi parte "Heidi" últimamente sale más a menudo. Siempre os digo que vivir con mi hijo es como vivir con el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Pues bien...vivir conmigo es como vivir con Heidi y la Srta. Rottenmeier al mismo tiempo. Pura aventura...

De acuerdo, seguimos. Luego se me ha roto una bandeja, he visto a mi familia por video llamada (con una madre septuagenaria, bastante sorda y su relación con la tecnología, esas llamadas son oro puro y risa asegurada) y después hemos hecho un "Skyperitivo" con unos amigos en la terraza. Creo que nos ha oído toda la calle pero mira...a estas alturas me trae bastante sin cuidado.

En estos días extraños es fácil que nos dejemos llevar por la inercia de la vida o bien que nos pongamos a hacer y hacer y hacer para no pensar. Pues mira, yo prefiero ir mirando atentamente lo que va pasando a mi alrededor. Lo divertido, lo jodido, lo curioso y lo raro. En fin, lo que vendría siendo lo cotidiano. Cualquier cosa puede ser potencialmente emocionante en un momento dado.

También en estas semanas he ordenado algún cajón. Sí, ¿Qué pasa? A veces también me desespero, soy humana. Pero sobre todo vivo al momento. Ni siquiera pienso ya a penas en dónde quiero ir cuando esto acabe. Cada vez estoy mejor en casa. Hemos descubierto que podemos pasar una tarde de sábado los tres, intentando montar un Mecano (o trasteando con los tornillos y las herramientas sin un objetivo concreto) o tumbados en la cama del pichón casi pavo charlando de todo y de nada. Sin prisas, sin pensar que luego hay que "ir a" o hacer algo obligatoriamente. La única lista mental que estoy haciendo es a quien voy a abrazar y me doy cuenta de que no es muy larga aunque sí suficiente y completa para mí.

Mi hijo despliega su artillería humorística cuando intento tener conversaciones con él sobre emociones y con ello me confirma que tiene muchos genes de su padre y llego a la conclusión de que cada vez son más parecidos y voy a tener que poner toneladas de relatividad y sentido del humor en mi vida. Así que el hecho de que mi gato haga cacas con forma me parece ¡lo más!

Las conversaciones con los que quieres (sean amigos o familia) cobran una importancia vital aunque hables de arroz, del interior de los caracoles o del famoso bicho en cuestión. Espero que después de esto sigamos valorando la importancia de lo "banal". Entendiendo por banal todo eso que hacemos a menudo en piloto automático o que damos por sentado como  lo normal o lo natural, olvidando por completo aquello de que "la vida es lo que te pasa mientras tú haces otros planes". O sea, hablando en plata, que tu gato "cague" normal después de seis meses, que te puedas hacer lo que te apetezca para comer (o simplemente que tengas algo para comer) o que tengas una casa en la que vivir y gente a la que querer.

Así que, un brindis por mi gato pequeño bonico y sus "cagallons", por lo que queda de mi bandeja yaciendo en el cubo de la basura, por mi despensa llena, mi Heidi, mi Rottenmeier, mi terraza y por el vecino de mediana / larga edad de enfrente que le da vueltas al terrado sin camiseta, un puro en la boca y su estupenda gorra y que ayer pasó vergüenza ajena cuando me vio cantando usando el palo de la escoba cual micrófono (o eso me dijo mi hijo).

Besos con ruido y abrazos apretados.



Me diréis que no es bonico mi pequeño...


No hay comentarios:

Publicar un comentario