domingo, 12 de abril de 2020

DE DOS COLORES

Día 31 de confinamiento.
Ha pasado un mes. Esta mañana al enviar la música "desconfinada" he puesto un comentario relativo a que ya podían apagar la cámara oculta y la decepción de que al final esto no fuera una broma. Curiosamente el comentario ha hecho gracia y la verdad es que no pretendía ponerle humor. Hoy no.
He aprendido. Hoy me he sentido como el culo (perdón pero los tacos me sientan divinamente y hoy los necesito). Me he despertado con una sensación de angustia importante. Ni el sol, ni la terraza, ni el  primer proyecto de cereza en el cerezo me importaban un rábano.
Me encanta la montaña ya lo sabéis. Me llena de energía y soy de las que se abraza a los árboles. Adoro el olor a tierra mojada y el olor a eucaliptus que me recuerda a mi padre. Pero hoy necesitaba mar...el mar me calma. Veo un trocito de mar desde mi casa a lo lejos. Privilegio donde los haya siempre y más ahora, y hoy sentía una necesidad visceral de olerlo, notar la arena en los pies y ver y escuchar las olas hasta hipnotizarme.
Me sentía como un tigre enjaulado. Estaba triste, enfadada, ansiosa, apática y rabiosa al mismo tiempo. Pero hoy no me he sentido culpable por sentirme así. El descanso mental del que hablaba hace unos días...
Hoy he "tocado fondo" y muestra de ello es que he claudicado a comprar Nocilla…. ¡De dos colores! La más marrana que existe. No me he maquillado y he apagado el móvil un buen rato.
He probado a tomar el sol, a escuchar música, escribir y leer. Pero no.
Necesitaba gritarlo o por lo menos decirlo en voz alta. Y me vais a perdonar por el vocabulario pero hoy tengo bula, porque yo lo valgo... Y lo he dicho: " Estoy hasta el c*** de esto. Necesito ver el mar, abrazar a determinadas personas, tomarme un café con gente que me hace reír, pensar o las dos cosas, ir a donde me dé la p*** gana" y se ha juntado con unos lagrimones imparables y mi idea de vez en cuando recurrente de: "Me siento inútil y no aporto nada a nadie". Qué manía persecutoria tengo con eso a veces. Tengo que seguir trabajando en ello...
Suerte que no me había puesto rímel hoy. Qué bien sienta una buena lloradita que te ayude a deshacer el puñetero nudo en el pecho. Y ahí estaba mi santo marido para abrazarme y animándome a pegar cuatro gritos y poniéndose las bambas para bajar a por la Nocilla (y unas cuantas cosas más, que no es cuestión de salir a lo loco). Porque sí, hoy solo quería un plato de torrijas, un bote de la susodicha crema de avellanas y cacao y dormir veinte horas seguidas (o veinte días, ya puestos). No sé si suena dramático o cómico. Me da igual. Hoy el pensamiento era: "A la mierda la calma, a la mierda el confinamiento, a la mierda la comida saludable de los c***** y a la mierda todo." (He perdido la cuenta de los asteriscos).
Desde la segunda semana ya no pienso en el tiempo que queda para poder salir y vivo al día y lo llevo bastante bien o eso creo. Al fin y al cabo tener un mal día o unos cuantos no quiere decir que lo lleves mal. Quiere decir que eres human@ y tienes derecho a todo eso. Y de vez en cuando recuerdo decirme: "Lo estás haciendo tan bien como puedes. Lo estás haciendo bien".
Esta nueva normalidad no me acaba de convencer, la verdad...¿Para qué mentir?.
La disfruto a ratos y la valoro muchísimo pero de vez en cuando me satura y se me funden los plomos. Suerte que siempre tengo unos cuantos de repuesto en un cajón. Así que mi tristeza, mi agobio y mis plomos nuevos nos hemos zampado hace un rato un bocadillo de la cremita en cuestión y nos ha sabido a pura gloria...
Abrazo apretado, muy apretado...




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