viernes, 24 de enero de 2020

DÍAS DE MIERDA

Podría decir que ayer tuve un día de esos que ahora se les llama "mierder".
Empecé la mañana con entreno en el gimnasio, ejercicios nuevos en piscina. Mi musculatura temblaba. Tuve otro momento de esos de conexión con una situación dura de cuando mi enfermedad estaba descontrolada. Tuve un "flash" del día que me levanté en el hospital y las piernas no me aguantaban, algo pasaba. Ahí empezó una etapa terriblemente dura de mi vida.
Más tarde, al mediodía, cogiendo el tendedero de detrás de la puerta de la habitación, se cayó una estantería que está allí guardada esperando a ser bajada a la recogida de trastos viejos (por Dios, cariño bájala ya) y paró antes de llegar al suelo...contra mi cara...joder, qué dolor. ¿Sabéis esos golpes en la nariz que se te saltan las lágrimas? Pues eso.
Por la tarde, estando en el parque, vino un señor furibundo preguntando si yo era la madre de "este niño" ( o sea, mi hijo), de malas maneras, agresivo, acusándolo de algo que yo sabía positivamente que no había hecho porque tenía testigos fiables y su palabra (de la que aún me fío bastante). Conservé la calma, me comporté educadamente pero luego cuando se fue me tuve que sentar porque me temblaban hasta las cejas. Quien me conoce un poco sabe que los conflictos me hacen pasarlo muy mal. Una hora más tarde mi marido me informó de que hay que reventar nuestro lavabo porque se ha roto un bajante y le cae agua al vecino de abajo.
Hasta aquí mi lista de acontecimientos trepidantes de ayer.
Seguramente en otro momento, no hace mucho, me habría cabreado y quedado mal ya de buena mañana y habría terminado la jornada diciendo: "Vaya mieeeeeerrrrda de día". Así, con muchas letras y con mucho énfasis. Pero ahí entra el foco...ese gran elemento escénico.

Sí, la sensación al salir del agua fue difícil pero tuve apoyo moral y físico y al llegar a casa me permití sentir las sensaciones y los recuerdos, los "perdoné" y los dejé marchar.
Sí, el tortazo en la cara fue contundente pero podría haber sido peor. Nada que un poco de hielo y Topionic no puedan aliviar y dedos cruzados para que el morado no sea escandaloso.
Sí, el señor resultó agresivo y desagradable pero no bajé la cabeza (cosa que seguramente hubiera hecho en otro momento) y no perdí la calma. Pensé que su situación era difícil y ni siquiera se daba cuenta de cómo se estaba comportando.
Sí, reventar el lavabo no mola nada pero en una mañana estará listo (o eso espero).
Y acabé el día "merie-cenando" con mi familia y unos amigos. "Ni tan mal", ¿No?
Al final miré a mi marido y mi hijo y les dije riendo..."vaya caca de día, ¿no?" . Y ahí se quedó. Sin revolcarme en el barro. Bueno, en el barro no, en la mierda (soy más de decir mierda que barro. ¿A quién quiero engañar?)

Y es que ayer empecé a entender aquella frase de Buda que dice que "El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional". Y me di cuenta de lo que he aprendido en los últimos meses y lo que me está ayudando también meditar.

Así que, amig@s, cuando tengáis un mal día, intentad relativizar. Cabreaos un rato, o poneos tristes o lo que necesitéis pero luego moved el foco, ese, el que ilumina al "prota" del musical en un escenario y probablemente lo veáis de otra manera.

Abrazo largo y apretado.




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