viernes, 22 de noviembre de 2019

CUANDO SE TE ENREDAN LOS PIES

A veces tenemos temporadas más bajas de moral que otras y eso está bien. Quiero decir, que aunque no nos guste la sensación, no es necesario que nos forcemos a estar bien sea como sea. Eso no quiere decir que tengamos que engancharnos a esa sensación las 24 horas y revolcarnos en ella sino que a pesar de ella, aunque la llevemos cogida de la mano, podemos reírnos en un momento dado, regalarnos una ducha con velas y buena música o pegarnos cuatro bailes.
Yo llevo así unos días. Será el otoño, será mi ciclo menstrual o simplemente que a veces necesitamos recolocar pensamientos y emociones y necesitamos bajar las revoluciones. Ahora lo sé. Lo he aprendido.
Hoy me ha pasado algo que no me pasaba hace tiempo. Mi entrenador en el gimnasio me ha dado un poco más de caña (intentar reforzar este cuerpazo no es moco de pavo). Necesitaba saber hasta dónde podía llegar y en un momento después de un ejercicio que para cualquiera seria seguramente un esfuerzo razonable, he quedado tan exhausta que no era capaz de sostener la botella de agua y mucho menos abrirla. Me temblaban las manos y no podía desatarme las bambas y he vuelto a sentir una impotencia que hacía tiempo que no sentía. Quería llorar y me sentía muy frustrada.
A veces mi realidad me abofetea con pequeños detalles. Pero también me recuerda que a pesar de todas esas emociones desagradables (que no negativas), soy valiente, que siempre consigo levantarme cuando me caigo aunque me cueste y saco algún aprendizaje de ello. Sigo tocada (que no hundida. Soy como la insumergible Molly Brown), y está bien. No pasa nada. Estoy algo triste, ¿Y qué? El martes volveré y volveré a por todas porque en el fondo confío en mí y confío en el trabajo de mi entrenador, estoy en buenas manos. Hace poco que decidí que YO conduzco aunque a veces lleve de copiloto a sensaciones incómodas y  para qué engañarnos, antipáticas a morir, y con el camino que he recorrido hasta ahora no está en mis planes parar en este punto (aunque me tome mis descansos o a veces me pierda).
Así que aquí estoy, escribiendo porque es lo que me pide el cuerpo, la mente y el corazón. Porque a pesar de todo me siento agradecida de seguir encontrando la fuerza y la motivación para seguir adelante y de que la vida me ponga en el camino a las personas y las situaciones oportunas en cada momento.
A veces te peleas con la vida hasta que te das cuenta de que es casi mejor bailar y abrazarte con ella aunque el ritmo a veces se te escape y se te enreden los pies. Y es que a veces...un abrazo lo cura todo, ¡o por lo menos ayuda!


Calvin & Hobbes de Bill Watterson




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